(AZprensa) Eran otros tiempos, era la década de oro de la
industria farmacéutica, cuando los laboratorios habían apostado por la
transparencia informativa y reforzaban sus departamentos de Comunicación, cuando
existían unos valores humanos y los empleados estaban motivados, eran finales
de los 90 y principios del 2000... eran, en definitiva, otros tiempos.
Pues bien, en aquél tiempo hubo una vez un laboratorio
farmacéutico que enseñó poesía a sus empleados, porque la poesía ayuda a la
creatividad, a desarrollar la sensibilidad y la imaginación, a potenciar al ser
humano. Ese laboratorio era AstraZéneca, que nada tiene que ver en cuanto a
valores humanos con el que ahora es en la actualidad.
Érase una vez, pues, que ese laboratorio farmacéutico
contrató a Michael Rosen para que les diera unas clases. Pero ¿quién es Michael
Rosen? Resulta curioso conocer a este personaje que siempre ha demostrado
pasión por no sólo por la poesía sino también... por la ciencia.
Nacido en Harrow, Middlesex (Reino Unido), Michael Rosen suele
definirse como “escritor y divulgador, aunque hay quien me llama poeta y
actor”, según sus propias palabras. Y en verdad que este popular personaje es
polifacético. Como él mismo señala, “mis actividades abarcan escribir libros,
presentar programas de radio, hacer apariciones ocasionales en televisión, ir a
colegios e institutos donde hago una especie de monólogo, y dar clases y
conferencias en universidades sobre literatura infantil y sobre la lectura y
escritura de los niños”.
Escribió su primer libro en 1969, una obra de teatro que se llamaba
“Backbone” (“Columna vertebral”). Su primer libro para niños, en 1974, era un
libro de poesías titulado “Mind your own business” (“¿Y a ti qué te importa?”)
y desde entonces ha venido publicando casi un nuevo libro infantil por año.
Con frecuencia recuerda que cuando era niño dejó escrita la frase “uno
de los resultados más emocionantes fue...” en uno de sus comentarios. Una frase
que sus profesores le recriminaron diciendo que “en la ciencia no hay necesidad
de emocionarse”.
Contra eso –y contra otras muchas cosas- se rebela. Para él la
imaginación tiene un papel muy importante, no sólo en las letras sino también
en las ciencias. “Para poder concebir algo por primera vez es preciso un salto
de la imaginación”, señala. Por eso siempre ha manifestado su pasión por la
experimentación, la investigación o el descubrimiento, tanto en el campo
artístico como en el científico. “Si los niños se apasionan descubriendo algo
sobre los caracoles o las ranas, eso a mí me apasiona tanto como que un niño me
cuente su pesadilla”, comenta.
Rosen ha puesto sus habilidades poéticas al servicio de la enseñanza,
colaborando en multitud de ocasiones con colegios y escuelas juveniles e
infantiles. Sus odas a la oceanografía y sus versos sobre la vulcanología, han
contribuido a que miles de alumnos de primaria se apasionen por estas materias.
Su pasión por la ciencia llega tan lejos que hasta ha donado su cuero a
la investigación médica, dando ejemplo de ser consecuente con sus ideas: “En mi
época de estudiante de medicina, yo también diseccioné cadáveres, así que me
parece justo que sea consecuente con lo que predico”, ha señalado, añadiendo
que confía “en que mi cuerpo sea lo bastante normal y corriente para que puedan
utilizarlo en la investigación de todo tipo de enfermedades”.
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