Cuando yo era pequeño (para el que no lo sepa, ya se habían
extinguido los dinosaurios) me gustaba ir a la farmacia de mi padre y ayudarle
a despachar. Yo era aún muy joven y por eso no entendí lo que un día me pidió
un hombre. Cuando llegó al mostrador me pidió “unos duros de chocolate”. Yo me
quedé extrañado. ¿Qué clase de petición era aquella? ¿Acaso no se había dado
cuenta que eso era una farmacia y no una pastelería? Tan sorprendido estaba por
esa insólita petición que simplemente acerté a responder: “no, de eso no
tenemos aquí”. Entonces el hombre me contestó: “¿No está por ahí tu padre?”. En
efecto, mi padre andaba trabajando por la trastienda, así que lo llamé. El
hombre repitió la petición y vi cómo mi padre abría un cajón y le daba algo que
parecían “duros de chocolate”, unas piezas circulares envueltas en papel de
plata dorado. Cuando cada cual volvió a sus ocupaciones me acerqué a investigar
qué era aquello tan misterioso y leí el envoltorio: eran preservativos. Desde
aquél momento no tuve problema en dispensar “duros de chocolate” a todo el que
los pedía, y me sorprendía cómo su venta aumentaba exponencialmente los fines
de semana.
2 comentarios:
Jajaja,no sabía yo eso...pero lo que más me gusta es la foto.
Yo tampoco sabía esta "anécdota"; y desde luego la foto es genial.
MC
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