(AZprensa) ¿Sigue siendo necesario –hoy día- el
sufrimiento y el sacrificio de los animales de experimentación? Son numerosas
las voces que se levantan en contra de la experimentación animal. Porque no
solo se trata de probar en animales la eficacia y seguridad de futuros
fármacos, sino que también se someten a estas pruebas productos químicos
destinados a otros usos menos trascendentes. En cualquier caso, son las propias
autoridades sanitarias, como la FDA de Estados Unidos, quienes exigen estas
pruebas con vistas a garantizar la seguridad en el hombre de estos productos,
bien sea para su manipulación o para su consumo.
Para las compañías comerciales, muchas de estas
pruebas suponen un considerable coste y demora en el lanzamiento de sus nuevos
productos; pero para los animales supone con frecuencia la muerte precedida
además de grandes sufrimientos.
Diversas directivas van entrando en vigor – la Unión
Europea tiene previsto implantar una normativa en este sentido a partir de
1998- para controlar estas prácticas y, poco a poco, se va tomando conciencia
de la necesidad de sustituir los métodos tradicionales de experimentación
animal.
Con objeto de librar del sufrimiento y la muerte a
miles de animales que cada año son sacrificados en los laboratorios de todo el
mundo, diversos científicos como el Dr. Miller.
Cualquier sustancia química que sea dañina para un
organismo, produce en las células del tejido o tejidos afectados unos huecos o
espacios vacíos, lo que modifica la resistencia eléctrica de dichos tejidos.
Pues bien, a partir de ahí, el Dr. William M.
Miller, de la Universidad de Northwestern, desarrolló hace unos años un sistema
de medición del grado en que dichas células son afectadas por las sustancias
químicas dañinas a diferentes concentraciones. El sistema de este ingeniero
bioquímico permite así evaluar la toxicidad de una sustancia midiendo los
cambios que se producen en la resistencia eléctrica de una simple sección de
tejido que, previamente, haya sido expuesta a la sustancia objeto de análisis.
El primer experimento realizado con dicha técnica se
hizo sobre tejido renal y resultó satisfactorio, demostrando la validez de los
datos aportados por este nuevo sistema en comparación con las pruebas
convencionales. El coste de construcción de un equipo de estas características
tampoco sería excesivamente elevado, pudiendo rondar los 20.000 euros.
Afortunadamente, la concienciación sobre estos
temas ha promovido una mayor investigación por parte de científicos y compañías
lo que ofrece un futuro más esperanzador
para todos los animales de experimentación. Las nuevas alternativas que
se están abriendo van a librar del sufrimiento y la muerte a miles de animales
de laboratorio además de contribuir a un mejor conocimiento de la seguridad y
eficacia de las nuevas sustancias que cada día se van descubriendo.
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