(AZprensa, Editorial)
La Comisión Europea está diseñando el futuro de los prospectos de los fármacos
a la vista del documento encargado por la
Comisión al Instituto de Investigación de Servicios Sanitarios (Holanda) y la
Universidad de Leeds (Reino Unido). Parece ser que hasta ahora no se habían
dado cuenta que los prospectos se han diseñado no como un instrumento
informativo para el paciente sino como una herramienta defensiva ante posibles
demandas de los pacientes.
Ha tenido que ser este informe el
que diga textualmente que “el lenguaje usado es en ocasiones demasiado
complejo”, una forma muy sutil de decir que la comprensión de lo que se dice en
el prospecto sólo la entienden los que han cursado carreras universitarias del
ámbito sanitario. Parece ser, por tanto, que nadie en la Comisión Europea ha
sido nunca “`paciente” y no ha comprado nunca una medicina ni visto su
prospecto; si no, no se entiende tal desconocimiento de lo que son los
prospectos.
También resulta divertido leer en
dicho documento que el diseño de los prospectos es demasiado complejo, y es que
no hay una sola persona –salvo que sea un experto en papiroflexia- que sea
capaz de volver a doblar en su posición el prospecto una vez lo ha desplegado
para leerlo.
El desconocimiento que la Comisión
Europea llega a tal extremo que se asombran del pequeño tamaño de la letra y el
mínimo interlineado, que convierten el prospecto en un bloque de texto casi
macizo y casi imposible de leer, y cuando por fin alguien consigue leerlo... no
se entera de nada y se asusta porque sólo ve riesgo, nombres raros de
enfermedades, efectos secundarios, contraindicaciones...
Así, mientras las Autoridades
Sanitarias exigen a los laboratorios que incluyan cada vez más texto, el cual
debe ir en lenguaje médico en vez de ir en lenguaje corriente que entienda todo
el mundo; mientras las Comunidades Autónomas exigen que el texto se escriba
también en el idioma propio de su Comunidad; mientras los abogados de las
compañías farmacéuticas siguen presionando para cubrirse las espaldas ante
cualquier fallo o mala utilización del medicamento; mientras los laboratorios
farmacéuticos siguen haciendo los envases más pequeños para ahorrar costes y
los Gobiernos presionando para que bajen los precios; mientras... pues mientras
tanto, la Comisión Europea se sorprende de lo inútiles que son los prospectos,
pide que se revisen las Guías actuales que establecen cómo deben ser los
prospectos, se dedica a mantener reuniones, a encargar estudios y –ya en el
colmo del absurdo- concluye diciendo que hay que “mejorar el input de los
pacientes”, esto es, hacer estudios para conocer las dificultades que
encuentran los pacientes cada vez que se enfrentan a un prospecto.
Como decía antes, los miembros de
la Comisión Europea deben gozar de una salud extraordinaria por lo que nunca –según
parece- han tenido que coger un prospecto de medicamento para leerlo; de lo
contrario se habrían dado cuenta de cómo son realmente.
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