domingo, 11 de agosto de 2024

Aquellas tardes de siesta

(AZprensa) De nuevo domingo y de nuevo un rincón para la poesía. En esta ocasión un poema muy personal (el que habla soy yo y mi amada se llama Pati) y –como no podía ser de otra manera- estoy seguro que te sorprenderá. 

Siempre me ha gustado sorprender al lector, tanto a la hora de hacer publicidad, como a la hora de hacer periodismo… e incluso también a la hora de hacer poesía.
 
Lo que cuento en este poema es real aunque sucedió hace ya bastantes años en una de esas calurosas tardes del estío…
 
AQUELLAS TARDES DE SIESTA
 
Recuerdo aquellas tardes de verano
en la casa de campo
a las afueras del pueblo.
Con treinta y cinco grados 
-a la sombra un poco menos- 
la vida estaba quieta y ni una mosca volaba,
todos como plomos se quedaban
en sus sitios, aplastados de modorra.
Yo estaba allí y me faltaba algo,
alguien no estaba,
un alma inocente que me acompañara.
Salí en su búsqueda y comencé a gritar:
“Pati, Pati, Pati...”
nervioso por no saber dónde estaba. Y al fin,
al cabo de unos segundos que se mostraron eternos,
escuché su fina voz cantarina
y su gracioso paso al andar.
Venía corriendo hacia mí y yo le abrí mis brazos
para tener el placer de su suavidad entre mis dedos.
Miles de besos intercambiamos
y ya juntos volvimos a la sombra
para sentarnos.
Con el calor de la tarde los párpados se cerraron,
mientras sentíamos ese latir ajeno y tan querido
a nuestro lado.
Y así dormimos.
Y así soñamos.
Con un mundo para nosotros,
con un mundo de ilusión para explorarlo.
Ya después, al cabo de una hora despertamos.
Nos miramos. Acaricié su cuerpo
y sentí los besos de su pico blando.
Era mi Pati, mi patito enamorado,
que se arreglaba las plumas ya despertado
y piaba feliz, como siempre, entre mis brazos.
 

Vicente Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon: https://www.amazon.com/author/fisac
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