(AZprensa)
La voz es el elemento básico para la comunicación entre los seres humanos,
tanto a nivel de relaciones personales como de relaciones profesionales, y sin
embargo muchas veces no prestamos suficiente atención a los cuidados que
debemos tener para sacar el máximo partido a esta maravillosa herramienta con
que nos ha dotado la naturaleza.
Este
es el original y útil “Decálogo para nuestra voz” que nos permitirá disfrutar
mucho más de ella…
1.-
Voces graves, agudas y medias
Nuestra voz encajará en una de estas tres áreas de catalogación: voces graves, agudas y medias. El tono grave es fácilmente reconocible porque se apoya en la garganta y fluye de manera profunda, la aguda es aquella que puede resultar chillona al oído, y media es la que ofrece más matices y registros por poder ser maleable y dúctil en la entonación de las palabras y configuración de las frases.
2.- Trabajar y educar la voz
La voz se puede trabajar y mejorar. A través de ejercicios de respiración diafragmática, expulsamos el aire y pronunciamos sílabas en tono alto, medio y bajo para difundir los mensajes de manera adecuada. Es necesario practicar y ensayar con asiduidad, grabar el sonido y escuchar. Resulta útil trabajar con habilidad los silencios en una conversación para llamar la atención del interlocutor. Un silencio a tiempo pondrá en valor la palabra con la que arranque la siguiente frase.
3.- Proyectar y lanzar la voz
Debemos proyectar nuestra voz. El sonido no debe quedar tapado y oculto en la boca. Es imprescindible hablar en tono medio y alto, si lo requiere la frase o la palabra que pronunciamos. Debe ser nuestro objetivo evitar la monotonía de la voz, subir y bajar su volumen para remarcar o acentuar determinados fragmentos de la conversación.
4.- Pronunciar correctamente
Hay que vocalizar bien, pronunciar correctamente cada sílaba y cada letra. Nos ayudará a ello realizar ejercicios de vocalización abriendo la boca, marcando y separando sílabas y deletreando. Cada expresión necesita un modo distinto de adaptación al mensaje que queremos transmitir y así poder crear imágenes con las palabras por la forma en que las decimos. Es lo que denominamos hablar con “intención” para huir de la voz plana y obtener diferentes registros de nuestra manera de hablar.
5.- La respiración ayuda a modular la voz
Hay que respirar adecuadamente para no acabar ahogados al final de las frases. Las comas y los puntos que hagamos con la expresión oral, o la lectura en voz alta, deben ser aprovechados con los mínimos descansos de escasos segundos que hagamos, para oxigenar la voz; no forzarla, hablar en tonos que nos resulten cómodos para que no sufra la garganta.
6.- Terminar las frases en tono elevado
No bajar el tono de las frases al final. Cada fragmento oral que pronunciamos debe dejar al interlocutor que nos escucha con ganas de escuchar el siguiente. Por tanto, no se trata de “desinflar” el mensaje, sino de dar importancia y relieve al final de frase para que enganche adecuadamente con la siguiente.
7.- Identifiquemos nuestra voz
Es necesario conocer nuestra voz. Para ello podemos grabarla en el móvil y escuchar. Seguramente no reconozcamos nuestra voz al principio, pero con la escucha activa observaremos que podemos mejorar si practicamos y realizamos ejercicios de lectura en voz alta. Preguntemos a los demás que les parece nuestra voz.
8.- No “pisar” las conversaciones
No mezclar conversaciones. Dejar hablar a los demás. Esperar un turno de palabra para que no se superpongan las voces porque se contamina la conversación y se hace ininteligible. Debatir con respeto a los demás y procurando que alguien ejerza de moderador cuando hablen más de dos personas.
9.- Fijar titulares
Dar titulares. Frases cortas e impactantes. Ideas concretas. No mezclar temas. Hay que responder exactamente a lo que se nos pregunta. Lo que queda en el subconsciente de la persona es la frase que más llama la atención. Un titular periodístico de 4 o 5 palabras es más efectivo que un texto extenso.
10.- Sintetizar y condensar
Condensar, resumir. Hacer balance al final del discurso o la charla, ya sea en conversaciones personales o profesionales. Si el diálogo, el debate o el discurso son muy largos, cada poco tiempo se debe resumir de lo anterior y retomar la charla. Hay que dejar tiempo para pensar y asimilar conceptos, medir el ritmo del habla para no ir muy lento ni demasiado rápido.
Estos son elementos clave que podemos practicar de manera cómoda y sencilla en cualquier momento. Primero, podemos trabajar individualmente y luego con más personas, en el ámbito familiar, social o profesional. La voz se cuida, se trabaja, se puede modelar y nos va a servir siempre para comunicar con más eficacia. Pero además, tengamos en cuenta que los silencios provocados tienen a veces más fuerza que las propias palabras. Se dice a veces más con lo que se calla que con lo que se habla.
Vicente Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon: https://www.amazon.com/author/fisac
“La salud desde otro punto de vista”: https://amzn.eu/d/6uZ5KEW
Nuestra voz encajará en una de estas tres áreas de catalogación: voces graves, agudas y medias. El tono grave es fácilmente reconocible porque se apoya en la garganta y fluye de manera profunda, la aguda es aquella que puede resultar chillona al oído, y media es la que ofrece más matices y registros por poder ser maleable y dúctil en la entonación de las palabras y configuración de las frases.
2.- Trabajar y educar la voz
La voz se puede trabajar y mejorar. A través de ejercicios de respiración diafragmática, expulsamos el aire y pronunciamos sílabas en tono alto, medio y bajo para difundir los mensajes de manera adecuada. Es necesario practicar y ensayar con asiduidad, grabar el sonido y escuchar. Resulta útil trabajar con habilidad los silencios en una conversación para llamar la atención del interlocutor. Un silencio a tiempo pondrá en valor la palabra con la que arranque la siguiente frase.
3.- Proyectar y lanzar la voz
Debemos proyectar nuestra voz. El sonido no debe quedar tapado y oculto en la boca. Es imprescindible hablar en tono medio y alto, si lo requiere la frase o la palabra que pronunciamos. Debe ser nuestro objetivo evitar la monotonía de la voz, subir y bajar su volumen para remarcar o acentuar determinados fragmentos de la conversación.
4.- Pronunciar correctamente
Hay que vocalizar bien, pronunciar correctamente cada sílaba y cada letra. Nos ayudará a ello realizar ejercicios de vocalización abriendo la boca, marcando y separando sílabas y deletreando. Cada expresión necesita un modo distinto de adaptación al mensaje que queremos transmitir y así poder crear imágenes con las palabras por la forma en que las decimos. Es lo que denominamos hablar con “intención” para huir de la voz plana y obtener diferentes registros de nuestra manera de hablar.
5.- La respiración ayuda a modular la voz
Hay que respirar adecuadamente para no acabar ahogados al final de las frases. Las comas y los puntos que hagamos con la expresión oral, o la lectura en voz alta, deben ser aprovechados con los mínimos descansos de escasos segundos que hagamos, para oxigenar la voz; no forzarla, hablar en tonos que nos resulten cómodos para que no sufra la garganta.
6.- Terminar las frases en tono elevado
No bajar el tono de las frases al final. Cada fragmento oral que pronunciamos debe dejar al interlocutor que nos escucha con ganas de escuchar el siguiente. Por tanto, no se trata de “desinflar” el mensaje, sino de dar importancia y relieve al final de frase para que enganche adecuadamente con la siguiente.
7.- Identifiquemos nuestra voz
Es necesario conocer nuestra voz. Para ello podemos grabarla en el móvil y escuchar. Seguramente no reconozcamos nuestra voz al principio, pero con la escucha activa observaremos que podemos mejorar si practicamos y realizamos ejercicios de lectura en voz alta. Preguntemos a los demás que les parece nuestra voz.
8.- No “pisar” las conversaciones
No mezclar conversaciones. Dejar hablar a los demás. Esperar un turno de palabra para que no se superpongan las voces porque se contamina la conversación y se hace ininteligible. Debatir con respeto a los demás y procurando que alguien ejerza de moderador cuando hablen más de dos personas.
9.- Fijar titulares
Dar titulares. Frases cortas e impactantes. Ideas concretas. No mezclar temas. Hay que responder exactamente a lo que se nos pregunta. Lo que queda en el subconsciente de la persona es la frase que más llama la atención. Un titular periodístico de 4 o 5 palabras es más efectivo que un texto extenso.
10.- Sintetizar y condensar
Condensar, resumir. Hacer balance al final del discurso o la charla, ya sea en conversaciones personales o profesionales. Si el diálogo, el debate o el discurso son muy largos, cada poco tiempo se debe resumir de lo anterior y retomar la charla. Hay que dejar tiempo para pensar y asimilar conceptos, medir el ritmo del habla para no ir muy lento ni demasiado rápido.
Estos son elementos clave que podemos practicar de manera cómoda y sencilla en cualquier momento. Primero, podemos trabajar individualmente y luego con más personas, en el ámbito familiar, social o profesional. La voz se cuida, se trabaja, se puede modelar y nos va a servir siempre para comunicar con más eficacia. Pero además, tengamos en cuenta que los silencios provocados tienen a veces más fuerza que las propias palabras. Se dice a veces más con lo que se calla que con lo que se habla.
Vicente Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon: https://www.amazon.com/author/fisac
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