sábado, 17 de mayo de 2025

Esta es la España que nos deja Pedro Sánchez

(AZprensa) «El pasado 28 de abril, en España sucedió lo que el presidente del Gobierno aseguró que nunca pasaría: un apagón generalizado». Con estas palabras, Ángel Pelayo, senador de VOX, ha reprochado al Gobierno la inoperancia de su gestión, tanto previa al apagón eléctrico, como posterior, pues siguen pasando los días y no se ha dado una explicación «convincente de la causa y los responsables de este desastre».
 
El senador ha reprochado a la ministra para la Transición Ecológica, Sara Aagesen, que ya en 2024, Red Eléctrica -controlada en un 20% por el Estado-  advirtió, en sus propios documentos técnicos y sus informes, que la integración masiva de renovables podía provocar fallos en los sistemas de protección del sistema eléctrico. «Y así ha sucedido», ha lamentado el senador, porque «pese a esa advertencia, la compañía continuó promoviendo y celebrando los «récords» de integración de renovables».
 
Y lo que no quiere reconocer el Gobierno y los medios de comunicación callan es que este apagón «ha causado muertos en España». Por ello es imprescindible depurar responsabilidades: «¿Quién va a responder? ¿Qué hace usted todavía en el cargo? ¿Por qué no ha sido cesada la señora Corredor, que cobra 1.500 euros al día?», han sido algunas de las preguntas que ha dirigido a la ministra el portavoz de VOX.
 
Un Gobierno culpable que calla y mira para otro lado, y mientras tanto España sigue en su proceso de descomposición. La fotografía que acompañamos resulta muy elocuente: Esta es la España que nos están dejando Pedro Sánchez y su gobierno.
 

Vicente Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon: https://www.amazon.com/author/fisac
“Lecturas diferentes”: https://www.amazon.es/dp/B09QF2JQDC

 

La importancia de contar con un Jefe de Publicidad profesional en la empresa

(AZprensa) A pesar de que la Publicidad se ha consolidado como un pilar fundamental para el éxito de cualquier organización, en muchas empresas, especialmente en las pequeñas y medianas, se tiende a delegar las responsabilidades de publicidad a figuras como el Jefe de Producto, un empleado leal con experiencia general o incluso a una secretaria con habilidades organizativas. Esta práctica, aunque puede parecer práctica o económica a corto plazo, puede generar resultados limitados y, en algunos casos, perjudicar la imagen y el crecimiento de la empresa. Por ello, es crucial entender por qué contar con un Jefe de Publicidad profesional, formado específicamente en el área, es una inversión estratégica y no un gasto prescindible.
 
1. Conocimiento especializado para estrategias efectivas
 
Un Jefe de Publicidad profesional, con formación en publicidad, marketing o comunicación, posee un conocimiento profundo de las dinámicas del mercado, el comportamiento del consumidor y las herramientas necesarias para construir campañas efectivas. Este experto entiende cómo segmentar audiencias, seleccionar los canales adecuados (digitales, tradicionales o híbridos) y optimizar el presupuesto para maximizar el retorno de inversión (ROI). Por ejemplo, sabe cómo utilizar métricas como el CPM (costo por mil impresiones) o el CTR (tasa de clics) para evaluar el rendimiento de una campaña digital, algo que un Jefe de Producto o una secretaria, sin formación específica, difícilmente podría realizar con precisión.
 
En cambio, asignar estas tareas a alguien sin preparación en publicidad puede llevar a decisiones basadas en intuiciones o modas, en lugar de datos. Un empleado fiel, aunque comprometido, o un Jefe de Producto, enfocado en el desarrollo del producto, carecen del tiempo y las habilidades necesarias para diseñar estrategias publicitarias coherentes y alineadas con los objetivos de la empresa.
 
2. Gestión de la imagen de marca
 
La publicidad no trata solo de vender un producto o servicio; es también la herramienta principal para construir y proteger la imagen de marca. Un profesional en publicidad comprende la importancia de la coherencia en el mensaje, el tono y los valores que la empresa proyecta. Errores en la publicidad, como mensajes mal dirigidos o campañas que no conectan con el público objetivo, pueden dañar la reputación de la empresa a largo plazo.
 
Por ejemplo, una secretaria, aunque organizada y capaz en sus funciones administrativas, no está capacitada para desarrollar una narrativa de marca ni para manejar crisis de comunicación que puedan surgir a raíz de una campaña mal ejecutada. Un Jefe de Publicidad profesional, en cambio, tiene las herramientas para anticipar riesgos, diseñar mensajes que refuercen la identidad de la empresa y responder de manera efectiva ante cualquier imprevisto.
 
3. Adaptación a las tendencias y tecnologías publicitarias
 
El mundo de la publicidad evoluciona rápidamente, con nuevas plataformas, formatos y tecnologías emergiendo constantemente. Desde la publicidad programática hasta el uso de inteligencia artificial para personalizar anuncios, un Jefe de Publicidad profesional está actualizado sobre estas tendencias y sabe cómo integrarlas en la estrategia de la empresa. Este conocimiento permite a la organización mantenerse relevante y competitiva en un mercado saturado de mensajes publicitarios.
 
Un Jefe de Producto, cuya prioridad es el desarrollo y la mejora del producto, o un empleado sin formación específica, probablemente no tenga el tiempo ni los recursos para mantenerse al día con estas innovaciones. Esto puede resultar en campañas obsoletas o ineficaces, desperdiciando recursos valiosos de la empresa.
 
4. Optimización de recursos y aumento del retorno
 
Contratar a un profesional en publicidad no es un gasto, sino una inversión que optimiza los recursos de la empresa. Un Jefe de Publicidad sabe cómo negociar con agencias, medios y proveedores, asegurando que el presupuesto se utilice de manera eficiente. Además, su experiencia permite diseñar campañas que generen un impacto medible, ya sea en términos de ventas, reconocimiento de marca o fidelización de clientes.
 
Por el contrario, delegar estas responsabilidades a alguien sin formación puede llevar a decisiones costosas, como invertir en canales inadecuados o crear anuncios que no conectan con el público. Estos errores no solo representan una pérdida económica, sino que también pueden dar ventaja a los competidores que sí cuentan con profesionales especializados.
 
5. Liderazgo estratégico en el equipo
 
Un Jefe de Publicidad no solo ejecuta campañas, sino que también actúa como líder estratégico dentro de la empresa. Coordina equipos, alinea los esfuerzos de publicidad con los objetivos generales de la organización y colabora con otros departamentos, como ventas o producto, para garantizar una visión unificada. Esta capacidad de liderazgo requiere habilidades específicas que solo un profesional formado en publicidad puede aportar.
En cambio, asignar estas tareas a un empleado sin experiencia en el área puede generar descoordinación, mensajes inconsistentes y una falta de dirección clara en las iniciativas publicitarias.
 
Está claro que en un mundo donde la atención del consumidor es un recurso escaso, la publicidad efectiva es más importante que nunca. Contar con un Jefe de Publicidad profesional, con formación y experiencia en el campo, no es un lujo, sino una necesidad para cualquier empresa que aspire a crecer y destacar en su sector. Delegar estas responsabilidades a un Jefe de Producto, un empleado fiel o una secretaria puede parecer una solución rápida, pero a largo plazo compromete la eficacia de las campañas, la imagen de la marca y la competitividad de la empresa. Invertir en un profesional de la publicidad es invertir en el futuro de la organización, asegurando estrategias bien fundamentadas, resultados medibles y una presencia sólida en el mercado.


Vicente Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon:
https://www.amazon.com/author/fisac
“De la Publicidad al Periodismo”: https://www.amazon.es/dp/B0D4KHNVH4

viernes, 16 de mayo de 2025

Las ventajas de tener un Departamento de Publicidad propio

 
(AZprensa) En un entorno empresarial donde la comunicación y la imagen de marca son esenciales para el éxito, las empresas enfrentan una decisión clave: ¿confiar exclusivamente en agencias de publicidad externas para sus necesidades de marketing o invertir en un Departamento de Publicidad propio? Aunque las agencias externas ofrecen experiencia y creatividad, contar con un equipo interno, complementado ocasionalmente con colaboraciones externas, proporciona ventajas significativas en términos de control, coherencia, agilidad y rentabilidad.
 
Un Departamento de Publicidad interno es un equipo dedicado dentro de la empresa a planificar, crear, ejecutar y supervisar las estrategias y campañas publicitarias. Este equipo puede incluir profesionales como estrategas de marca, diseñadores gráficos, redactores, especialistas en redes sociales y analistas de datos. Su objetivo es alinear la comunicación publicitaria con la visión, los valores y los objetivos de la empresa, trabajando en estrecha colaboración con otros departamentos como Ventas, Marketing o Producto.
 
Aunque un departamento interno puede subcontratar tareas específicas (como producciones audiovisuales complejas o estudios de mercado) a agencias externas, su rol principal es liderar la estrategia publicitaria y mantener la coherencia de la marca.
 
Las ventajas de contar con un Departamento de Publicidad propio en la empresa son evidentes, empezando por su mayor conocimiento de la marca y de la propia empresa. Un equipo interno vive y respira la cultura, los valores y los objetivos de la empresa. Esta familiaridad permite crear campañas que reflejan auténticamente la identidad de la marca, algo que una agencia externa, por más talentosa que sea, puede tardar en comprender. Además, el equipo interno está inmerso en la dinámica de la empresa, lo que facilita la alineación con estrategias comerciales, lanzamientos de productos o cambios organizativos.
 
Un Departamento de Publicidad propio garantiza que todas las comunicaciones sean consistentes en tono, estilo y mensaje, desde anuncios digitales hasta materiales impresos. Las agencias externas, que a menudo trabajan con múltiples clientes, pueden introducir inconsistencias si no se supervisan de cerca. Un equipo interno, por ejemplo, puede asegurar que los colores, tipografías y mensajes de una campaña global sean uniformes en todos los mercados. Ese control interno también reduce el riesgo de malentendidos o desvíos creativos que no reflejen los objetivos de la empresa.
 
En un entorno donde las tendencias y las crisis pueden surgir de la noche a la mañana, un departamento interno permite reaccionar con rapidez. Por ejemplo, durante una crisis de reputación, el equipo interno puede desarrollar una respuesta publicitaria inmediata, mientras que una agencia externa podría requerir tiempo para reuniones, aprobaciones y ajustes. Asimismo, un equipo interno puede implementar campañas oportunistas, como aprovechar un evento viral en redes sociales, sin los retrasos asociados a la coordinación con terceros.
 
Aunque la creación de un Departamento de Publicidad requiere una inversión inicial (salarios, formación, herramientas), puede ser más rentable que depender exclusivamente de agencias externas, cuyos honorarios por proyecto o retención suelen ser elevados. Un equipo interno puede gestionar tareas recurrentes, como la creación de contenido para redes sociales, anuncios básicos o materiales promocionales, reduciendo la necesidad de subcontratar.
 
Un equipo interno trabaja codo con codo con Ventas, Producto, Recursos Humanos y otras áreas, lo que facilita la alineación estratégica. Por ejemplo, el departamento de Publicidad puede colaborar con Ventas para diseñar promociones que refuercen un lanzamiento, o con Recursos Humanos para crear campañas de employer branding. Esta integración es más difícil con agencias externas, que pueden carecer de acceso directo a la dinámica interna de la empresa.
 
Un departamento interno garantiza que las ideas, datos y estrategias publicitarias permanezcan dentro de la empresa, reduciendo el riesgo de filtraciones o conflictos de intereses, algo que puede ocurrir con agencias que trabajan para múltiples clientes, incluidos competidores. Además, la propiedad intelectual de las campañas creadas internamente pertenece exclusivamente a la empresa, lo que puede ser una ventaja legal y financiera.
 
Contar con un equipo interno fomenta la formación de profesionales que crecen con la empresa, acumulando experiencia específica en la marca. Esto no solo mejora la calidad de las campañas, sino que refuerza la cultura organizativa. Empresas como Google han construido equipos creativos internos que no solo producen publicidad, sino que también innovan en formatos y estrategias, convirtiéndose en un activo competitivo.
Aunque un Departamento de Publicidad propio ofrece numerosas ventajas, no elimina la necesidad de colaborar con agencias externas en momentos puntuales, ya que las agencias de publicidad externas aportan:
 
-          Perspectiva externa: Su visión fresca puede identificar oportunidades que un equipo interno, inmerso en la rutina, podría pasar por alto.
 
-          Especialización técnica: Proyectos como producciones audiovisuales de gran escala, campañas globales o análisis de mercado complejos suelen requerir la experiencia y los recursos de una agencia.
 
-          Creatividad innovadora: Las agencias, al trabajar con diversos clientes, pueden aportar ideas disruptivas que enriquecen la estrategia publicitaria.
La clave del éxito está en utilizar las agencias como un complemento estratégico. Por ejemplo, una empresa puede encargar a su equipo interno la gestión diaria de redes sociales y campañas locales, mientras contrata a una agencia para una campaña global o un rediseño de marca. Esta colaboración permite combinar el conocimiento interno con la creatividad externa, maximizando los resultados.
 
Ahora bien, para que un departamento interno sea exitoso, las empresas deben:
 
-          Invertir en talento diverso: Contratar profesionales con habilidades complementarias (estrategia, diseño, análisis de datos, redacción) y fomentar su formación continua.
 
-          Dotar de recursos adecuados: Proporcionar herramientas de diseño, plataformas de análisis y presupuestos para experimentación creativa.
 
-          Establecer procesos claros: Definir flujos de trabajo que permitan una coordinación eficiente con otros departamentos y, cuando sea necesario, con agencias externas.
 
-          Fomentar la innovación: Dar al equipo la libertad de explorar nuevas tendencias, como publicidad en realidad aumentada o formatos interactivos.
 
-          Medir el impacto: Utilizar métricas como el reconocimiento de marca, el engagement en redes sociales y el retorno de campañas para demostrar el valor del departamento.
Contar con un Departamento de Publicidad propio no solo es una inversión estratégica, sino una ventaja competitiva que ofrece control, coherencia, agilidad y rentabilidad a las empresas. Aunque las agencias externas son valiosas para proyectos especializados o perspectivas frescas, un equipo interno proporciona un conocimiento profundo de la marca, una integración fluida con la estrategia empresarial y una capacidad de respuesta inmediata.
 
Lejos de ser una alternativa a las agencias, un departamento interno es el núcleo que coordina y potencia todas las iniciativas publicitarias. Las empresas que invierten en un Departamento de Publicidad propio no solo optimizan sus recursos, sino que construyen una marca más auténtica, ágil y preparada para liderar en un mercado en constante cambio.
 

Vicente Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon: https://www.amazon.com/author/fisac
“De la Publicidad al Periodismo”: https://www.amazon.es/dp/B0D4KHNVH4

jueves, 15 de mayo de 2025

Calpe no quiere coches eléctricos

(AZprensa) El Ayuntamiento de Calpe (Alicante) ha decidido que no renovará la flota municipal de coches eléctricos que tiene y los sustituirá por coches de gasolina, diésel, hidrógeno o lo que sea, todo menos eléctricos. La razón es bien sencilla: Hace unos días uno de los coches eléctricos municipales se incendió en plena calle sin ningún motivo y como ya se sabe –pero no se divulga suficientemente en los medios de comunicación- cuando un coche eléctrico comienza a arder es imposible apagarlo. ¡Los coches eléctricos arden incluso debajo del agua! Por eso, cuando un coche eléctrico comienza a arder no queda más remedio que esperar a que se consuma por completo, con los riesgos que eso entraña para otros coches, viviendas, medio ambiente, etc.
 
A pesar de la censura oficial, cada vez van saliendo a la luz pública más y más casos de coches eléctricos que arden porque sí; al igual que casos de parking privados que no quieren admitir coches eléctricos o compañías navieras que no quieren transportarlos.
 

Un libro que deberíamos tener en nuestra mesilla de noche, junto a la cama, y antes de ir a dormir paladear (como se hace con los buenos vinos) algunos de sus mensajes…
“La Biblia de Falcon Crest”: https://www.amazon.es/dp/1698954654

miércoles, 14 de mayo de 2025

¿Publicidad institucional o Publicidad de productos?

(AZprensa) En el mundo del marketing, las empresas se enfrentan a un dilema recurrente: ¿dedicar recursos a la publicidad de productos, que impulsa ventas inmediatas, o a la publicidad institucional, que fortalece la imagen de marca a largo plazo? Esta "lucha" por el presupuesto y la atención estratégica a menudo lleva a priorizar una sobre la otra, cuando en realidad ambas son esenciales, complementarias y se refuerzan mutuamente.
 
Publicidad de productos: El motor de las ventas inmediatas
 
La publicidad de productos se centra en promover bienes o servicios específicos, con el objetivo de generar demanda, aumentar las ventas y captar clientes en el corto plazo. Este tipo de publicidad es directa y transaccional, utilizando mensajes que resaltan características, beneficios, precios o promociones. Ejemplos incluyen anuncios de un nuevo smartphone de Samsung, una campaña de descuentos de Zara o la promoción de un sabor limitado de Coca-Cola. Entre sus fortalezas podemos destacar…
 
Impacto inmediato: Está diseñada para generar resultados rápidos, como un aumento en las ventas o el tráfico en tiendas físicas y online.
 
Mensajes específicos: Permite comunicar las ventajas competitivas de un producto, como la innovación tecnológica de un iPhone o la durabilidad de unas zapatillas Nike.
 
Facilidad de medición: El retorno de inversión (ROI) es más fácil de cuantificar a través de métricas como conversiones, clics o ventas directas.
Sin embargo, la publicidad de productos tiene limitaciones. Su enfoque en lo transaccional puede saturar al público si no está respaldado por una narrativa de marca sólida. Además, en mercados competitivos, donde los productos son similares, la diferenciación basada solo en características o precio puede ser insuficiente.
 
Publicidad institucional: Construyendo el alma de la marca
 
La publicidad institucional, también conocida como publicidad corporativa, se enfoca en promover la identidad, los valores y la misión de la empresa, sin centrarse en un producto específico. Su objetivo es construir una imagen de marca sólida, generar confianza y establecer conexiones emocionales con los stakeholders (clientes, empleados, inversores, comunidades). Ejemplos incluyen las campañas de sostenibilidad de Unilever, los mensajes de inclusión de Nike o las iniciativas de Google sobre innovación. Entre sus fortalezas podemos destacar…
 
Construcción de reputación: Refuerza la percepción de la empresa como ética, innovadora o socialmente responsable, lo que influye en la confianza del público.
 
Conexión emocional: Crea lealtad al alinear la marca con los valores de los consumidores, como en la campaña “Real Beauty” de Dove, que promovió la autoestima.
 
Resiliencia a largo plazo: Una imagen corporativa fuerte protege contra crisis y amplifica el impacto de los productos, como se vio con Patagonia, cuya reputación ambiental impulsa sus ventas.
El desafío de la publicidad institucional radica en su impacto menos inmediato y su dificultad para medir resultados directos. Esto lleva a algunos directivos a considerarla secundaria frente a la urgencia de las ventas.
 
La falsa dicotomía: Por qué no hay que elegir
 
La percepción de que la publicidad de productos y la institucional son opuestas es un error estratégico. En realidad, ambas son dos caras de la misma moneda, trabajando en conjunto para construir una marca sólida y rentable. La publicidad de productos impulsa resultados a corto plazo, mientras que la institucional crea el contexto que hace que esos resultados sean sostenibles. Juntas, generan un ciclo virtuoso que beneficia a la empresa en todos los niveles.
 
La publicidad institucional establece la “promesa” de la marca. Por ejemplo, Apple utiliza la publicidad institucional para reforzar su imagen de innovación y diseño, lo que hace que los anuncios de productos, como el lanzamiento de un nuevo iPhone, sean más efectivos al alinearse con esa narrativa.
 
Un caso similar es Nike, cuya campaña institucional “Just Do It” inspira empoderamiento, creando un marco emocional que hace que los anuncios de zapatillas o ropa deportiva resuenen más profundamente.
 
Una imagen corporativa positiva, construida a través de la publicidad institucional, influye en la percepción de los productos. Estudios como los del Reputation Institute muestran que las empresas con buena reputación tienen un 10-15% más de probabilidad de que sus productos sean elegidos. Por ejemplo, la campaña de sostenibilidad de Unilever no solo mejoró su imagen, sino que aumentó las ventas de marcas como Dove y Ben & Jerry’s.

Confianza y lealtad:
La publicidad institucional fomenta la confianza, lo que reduce la resistencia a los mensajes de productos. Por ejemplo, la reputación de Patagonia como marca ética hace que sus anuncios de chaquetas o mochilas sean más creíbles y atractivos, incluso si los precios son más altos que los de la competencia.

Ampliación del impacto:
La publicidad de productos puede beneficiarse de los valores promovidos por la institucional. Cuando Coca-Cola lanza una campaña institucional sobre acceso al agua, sus anuncios de bebidas ganan credibilidad al asociarse con una marca socialmente responsable.
Es necesario, pues, equilibrar recursos entre ambas, así que para aprovechar al máximo la complementariedad de la publicidad de productos y la institucional, las empresas deben adoptar un enfoque estratégico…
 
Definir una estrategia integrada:
Alinear ambas formas de publicidad bajo una narrativa de marca coherente. Por ejemplo, Microsoft combina anuncios institucionales sobre innovación en la nube con campañas de productos como Surface, reforzando la idea de que sus dispositivos son herramientas para el futuro.

Asignar presupuestos proporcionales:
Aunque la publicidad de productos puede requerir más inversión en momentos clave (como lanzamientos), la institucional no debe descuidarse. Una regla práctica es destinar un 20-30% del presupuesto de marketing a la publicidad institucional, dependiendo del sector y los objetivos.

Medir el impacto combinado:
Utilizar métricas que evalúen tanto el impacto inmediato (ventas, conversiones) como el a largo plazo (reconocimiento de marca, Net Promoter Score, percepción de confianza). Por ejemplo, un aumento en las ventas tras una campaña de producto puede estar influenciado por una percepción positiva de marca construida previamente.

Aprovechar sinergias:
Integrar mensajes institucionales en campañas de productos. Por ejemplo, un anuncio de detergente de Procter & Gamble puede incluir un mensaje sobre su compromiso con la sostenibilidad, reforzando ambos objetivos.

Por eso hay que dejar bien claro que la “lucha” entre la publicidad de productos y la institucional es una falsa dicotomía que las empresas deben superar para alcanzar su máximo potencial. La publicidad de productos impulsa las ventas inmediatas, mientras que la institucional construye la confianza y la reputación que hacen que esas ventas sean sostenibles y escalables. Lejos de competir, ambas se complementan y refuerzan, creando una marca que no solo vende, sino que inspira y perdura. Como afirmó el experto en comunicación Joan Costa, “la comunicación de una empresa es un sistema donde cada parte fortalece al todo”. Las empresas que integran estratégicamente ambas formas de publicidad no solo optimizan sus recursos, sino que construyen un legado que trasciende el mercado. Invertir en las dos no es un lujo, es una necesidad para cualquier marca que aspire a liderar.
 

Vicente Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon:
https://www.amazon.com/author/fisac
“De la Publicidad al Periodismo”: https://www.amazon.es/dp/B0D4KHNVH4

martes, 13 de mayo de 2025

Publicidad institucional: Un pilar estratégico para el éxito

(AZprensa) La publicidad institucional o corporativa, diseñada para promover la imagen, los valores y la misión de una empresa en lugar de un producto o servicio específico, es a menudo subestimada por directivos y mandos intermedios que priorizan la publicidad de productos por su impacto directo en las ventas. Sin embargo, esta percepción pasa por alto el papel estratégico de la publicidad institucional, que, aunque opera de manera indirecta y a medio o largo plazo, fortalece la reputación de la marca, genera confianza y, en última instancia, impulsa los resultados comerciales. Este artículo explora la importancia y eficacia de la publicidad institucional, destacando por qué las empresas deben invertir en ella como un componente esencial de su estrategia de comunicación.
 
¿Qué es la publicidad institucional?
 
La publicidad institucional se centra en construir y reforzar la identidad de una empresa, comunicando su propósito, valores, cultura y compromiso con sus stakeholders (clientes, empleados, inversores, comunidades). A diferencia de la publicidad de productos, que busca una conversión inmediata, la publicidad corporativa trabaja en la percepción global de la marca. Ejemplos incluyen campañas que resaltan la sostenibilidad de una empresa (como las de IKEA sobre economía circular), su responsabilidad social (como las iniciativas de Coca-Cola para el acceso al agua) o su innovación (como los anuncios de Microsoft sobre inteligencia artificial).
 
Este tipo de publicidad no vende un producto directamente, sino que "vende" la empresa como una entidad confiable, ética y relevante, creando un contexto favorable para que los productos o servicios sean mejor recibidos.
 
La importancia de la publicidad institucional
 
Construcción de reputación: La reputación es uno de los activos más valiosos de una empresa. La publicidad institucional permite moldear cómo el público percibe la marca, destacando su compromiso con valores como la sostenibilidad, la diversidad o la innovación. Por ejemplo, la campaña "Real Beauty" de Dove, aunque vinculada a productos, reforzó la imagen de la marca como defensora de la autoestima, ganando la lealtad de millones de consumidores.
 
Generación de confianza: En un entorno donde los consumidores son cada vez más escépticos, la publicidad institucional fomenta la confianza al mostrar la "cara humana" de la empresa. Campañas que destacan el impacto social, como las de Patagonia sobre conservación ambiental, crean conexiones emocionales que trascienden lo transaccional.
 
Diferenciación en el mercado: En sectores competitivos, donde los productos pueden ser similares, la publicidad institucional ayuda a diferenciar la marca. Una empresa percibida como ética o innovadora tiene ventaja sobre competidores que solo se centran en el precio o las características del producto. Por ejemplo, Apple no solo vende tecnología, sino una filosofía de diseño e innovación, reforzada por su comunicación corporativa.
 
Atracción y retención de talento: La publicidad institucional no solo se dirige a los consumidores, sino también a los empleados actuales y potenciales. Mostrar una cultura corporativa sólida y valores alineados con las nuevas generaciones ayuda a atraer talento y reducir la rotación. Google, por ejemplo, utiliza su imagen de empresa innovadora y colaborativa para posicionarse como un empleador deseado.
 
Mitigación de crisis: Una marca con una imagen sólida, construida a través de la publicidad institucional, está mejor preparada para enfrentar crisis. La confianza previa del público puede amortiguar el impacto de controversias. Un caso clásico es Johnson & Johnson, cuya reputación de responsabilidad, reforzada por décadas de comunicación corporativa, le permitió recuperar la confianza tras la crisis del Tylenol en los años 80.
La eficacia de la publicidad institucional en las ventas
 
Aunque su impacto no es inmediato como el de la publicidad de productos, la publicidad institucional influye en las ventas de manera indirecta pero significativa. Veamos algunos aspectos significativos…
 
Efecto halo: Una imagen corporativa positiva influye en la percepción de los productos. Estudios, como los realizados por el Reputation Institute, muestran que las empresas con buena reputación tienen clientes más dispuestos a comprar y recomendar sus productos. Por ejemplo, la campaña de sostenibilidad de Unilever no solo mejoró su imagen, sino que impulsó las ventas de marcas como Dove y Ben & Jerry’s, asociadas a valores éticos.
 
Lealtad del cliente: La publicidad institucional fortalece los lazos emocionales con los consumidores, aumentando la retención y el valor de vida del cliente. Marcas como Nike, con campañas que promueven la inclusión y el empoderamiento, han creado comunidades leales que eligen sus productos incluso ante opciones más económicas.
 
Ampliación del mercado: Al posicionar la empresa como líder en valores o innovación, la publicidad institucional puede abrir nuevos segmentos de mercado. Por ejemplo, las campañas de Tesla sobre movilidad sostenible han atraído a consumidores preocupados por el medioambiente, incluso antes de que probaran sus vehículos.
 
Ventaja competitiva a largo plazo: La inversión en publicidad institucional construye un capital de marca que se traduce en mayores márgenes y resistencia a las fluctuaciones del mercado. Empresas como Procter & Gamble, que combinan publicidad de productos con mensajes corporativos sobre igualdad y sostenibilidad, han mantenido un crecimiento constante gracias a su fuerte identidad de marca.

Y sin embargo, a pesar de todo esto, muchos directivos y mandos intermedios subestiman la publicidad institucional. Según argumentan, estas son las principales razones que dan para justificar su rechazo…
 
Falta de resultados inmediatos: Los directivos, presionados por objetivos a corto plazo, priorizan campañas con retornos rápidos, como promociones de productos. La publicidad institucional, cuyos efectos se ven a medio y largo plazo, puede parecer menos urgente.
 
Dificultad para medir el impacto: A diferencia de las ventas directas, el impacto de la publicidad institucional es más difícil de cuantificar. Métricas como el reconocimiento de marca o la percepción del público requieren análisis complejos, lo que lleva a algunos a subestimar su valor.
 
Percepción de "gasto innecesario": En tiempos de recortes presupuestarios, la publicidad institucional es a menudo la primera en eliminarse, vista como un "lujo" frente a la publicidad de productos, que parece más "esencial".
Cómo convencer a directivos y mandos intermedios
 
Para que los líderes empresariales reconozcan el valor de la publicidad institucional, es crucial presentar argumentos sólidos y estrategias claras:
 
Datos y casos de éxito: Mostrar estudios que correlacionen la reputación con las ventas, como los del Reputation Institute, o destacar casos como el de Patagonia, cuya facturación creció tras campañas de sostenibilidad, puede ser persuasivo. Por ejemplo, un estudio de Edelman encontró que el 64% de los consumidores eligen marcas alineadas con sus valores, un impacto que la publicidad institucional puede potenciar.
 
Enfoque en el ROI (Return on Investment o beneficio generado por cada euro invertido en publicidad) a largo plazo: Explicar que la publicidad institucional es una inversión en el capital de marca, que reduce costos de adquisición de clientes y aumenta la lealtad, ayuda a justificar el gasto. Por ejemplo, una marca con alta confianza necesita menos inversión en promociones para atraer compradores.
 
Integración con la estrategia de producto: La publicidad institucional no debe verse como independiente, sino como un complemento que potencia las campañas de productos. Por ejemplo, una campaña corporativa sobre innovación puede preparar el terreno para el lanzamiento de un nuevo producto tecnológico.
 
Medición de resultados: Proponer métricas específicas, como el Net Promoter Score (NPS), el índice de percepción de marca o el engagement en redes sociales, permite evaluar el impacto de la publicidad institucional y justificar su continuidad.
 
Gestión de riesgos: Resaltar cómo una imagen corporativa sólida protege contra crisis y aumenta la resiliencia de la empresa puede apelar a directivos preocupados por la estabilidad.

Podemos concluir, pues, que la publicidad institucional o corporativa es mucho más que un ejercicio de relaciones públicas; es una herramienta estratégica que construye reputación, confianza y lealtad, sentando las bases para el éxito comercial a largo plazo. Aunque su impacto en las ventas es indirecto, su capacidad para diferenciar la marca, conectar emocionalmente con las audiencias y mitigar riesgos la convierte en un pilar esencial para cualquier empresa. Los directivos y mandos intermedios deben reconocer que, en un mundo donde los consumidores valoran la autenticidad y los valores, la publicidad institucional no solo complementa la publicidad de productos, sino que amplifica su eficacia. Como afirmó el gurú de la comunicación Joan Costa, “la imagen de una empresa es su primera promesa al mundo”. Cumplir esa promesa a través de una publicidad institucional bien ejecutada es una inversión que toda empresa visionaria debería priorizar.
 

Vicente Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon:
https://www.amazon.com/author/fisac
“De la Publicidad al Periodismo”: https://www.amazon.es/dp/B0D4KHNVH4

lunes, 12 de mayo de 2025

El logotipo y su necesidad de evolución

(AZprensa) Los logotipos son la cara visible de una marca, ya sea un club deportivo, una empresa comercial o una institución. Son símbolos que encapsulan valores, historia y emociones, pero también deben reflejar la relevancia y modernidad de la entidad que representan. En un mundo dinámico, donde las tendencias visuales, las tecnologías y las expectativas del público cambian rápidamente, la evolución de los logotipos se convierte en una necesidad estratégica para muchas organizaciones. Sin embargo, estos cambios a menudo generan resistencia, como ilustra el caso del Atlético de Madrid, que revirtió el rediseño de su escudo ante la oposición de sus socios, frente al éxito de otros como la Juventus, que abrazó un cambio radical, o empresas comerciales que renuevan sus logotipos con resultados positivos.
 
Por eso vamos a exponer por qué los logotipos deben evolucionar, cuáles son los beneficios de adaptarse a los nuevos tiempos, y cómo debemos gestionar el equilibrio entre innovación y tradición, ya que innovación y tradición no tienen por qué estar reñidas…
 
¿Por qué deben evolucionar los logotipos?
 
Relevancia cultural y estética: Los gustos visuales cambian con el tiempo. Un logotipo que parecía moderno hace décadas puede percibirse como anticuado hoy. Las tendencias en diseño, como el minimalismo, la simplicidad o el uso de paletas de colores modernas, influyen en la percepción de una marca. Por ejemplo, el rediseño del escudo del Atlético de Madrid en 2017 buscó un estilo más limpio y armónico, alineado con las tendencias actuales, para proyectar una imagen fresca y global.
 
Adaptación a nuevos medios: La digitalización ha transformado la forma en que las marcas interactúan con su público. Los logotipos deben ser versátiles para funcionar en plataformas digitales, desde íconos de aplicaciones hasta redes sociales, donde la claridad en tamaños pequeños es crucial. El rediseño de la Juventus en 2017, que pasó de un escudo tradicional a una "J" estilizada, fue diseñado para destacar en entornos digitales y ser fácilmente reconocible en cualquier formato.
 
Atracción de nuevas audiencias: Las marcas, especialmente las globales, buscan captar a generaciones más jóvenes o mercados internacionales. Un logotipo renovado puede reflejar una mentalidad progresista y abierta. Empresas como Pepsi o Airbnb han evolucionado sus logotipos para conectar con audiencias globales, manteniendo su esencia pero proyectando modernidad.
 
Reflejo de cambios internos: Un rediseño puede señalar una nueva etapa en la estrategia o valores de una organización. Por ejemplo, cuando Microsoft actualizó su logotipo en 2012, el diseño más limpio y geométrico reflejaba su transición hacia la innovación tecnológica y la nube, alejándose de su imagen de los años 90.
 
Diferenciación competitiva: En mercados saturados, un logotipo actualizado puede ayudar a destacar frente a la competencia. La Juventus, con su cambio radical, se posicionó como una marca global más allá del fútbol, compitiendo en el terreno del entretenimiento y la moda.
A todo esto hay que sumar que el rediseño de un logotipo –si está bien ejecutado- puede aportar aporta múltiples beneficios a la empresa:
 
Modernización de la imagen: Un logotipo actualizado proyecta dinamismo y relevancia, como en el caso de Burger King, que en 2021 recuperó elementos retro pero con un enfoque minimalista, conectando con la nostalgia mientras se mantenía contemporáneo.
 
Mayor versatilidad: Diseños simplificados funcionan mejor en entornos digitales y físicos, como el logotipo de Mastercard, que eliminó el texto en 2019 para centrarse en sus círculos entrelazados, fácilmente reconocibles en cualquier contexto.
 
Fortalecimiento de la narrativa de marca: Un rediseño puede reforzar los valores actuales de la marca. El nuevo logotipo de la Juventus, con su simplicidad y audacia, reflejó su ambición de ser una marca global de estilo de vida.
 
Incremento del valor comercial: Empresas como Apple, cuya manzana evolucionó de un diseño detallado a uno minimalista, demuestran cómo un logotipo moderno puede convertirse en un activo icónico que impulsa el valor de la marca.
La resistencia al cambio: El caso del Atlético de Madrid
 
A pesar de los beneficios, los rediseños de logotipos suelen enfrentar oposición, especialmente en contextos donde la tradición y la identidad emocional son centrales, como en los clubes de fútbol. El Atlético de Madrid presentó en 2017 un escudo rediseñado que suavizaba las líneas, eliminaba detalles complejos y adoptaba un estilo más moderno. Aunque el cambio buscaba mejorar la legibilidad y reflejar una imagen global, los socios del club lo percibieron como una ruptura con la historia y los valores del equipo. La presión de los aficionados, que organizaron protestas y campañas, llevó al club a anunciar en 2023 la vuelta al escudo anterior.

Este caso ilustra los riesgos de subestimar el apego emocional de las audiencias. Los aficionados no solo ven el escudo como un logotipo, sino como un símbolo de identidad colectiva. La falta de una comunicación efectiva y la percepción de que el cambio fue impuesto sin consulta contribuyeron al rechazo.
 
El éxito de la audacia: El caso de la Juventus
 
En contraste, la Juventus de Turín optó en 2017 por un cambio drástico, abandonando su escudo tradicional por una "J" estilizada en blanco y negro. Este diseño minimalista, que rompió con los elementos heráldicos típicos de los clubes de fútbol, fue inicialmente criticado por algunos tifosi. Sin embargo, el club mantuvo su apuesta, respaldada por una estrategia clara: posicionarse como una marca global, comparable a gigantes del entretenimiento. La Juventus comunicó el cambio como un paso hacia el futuro, y el nuevo logotipo, diseñado para ser versátil y reconocible en cualquier medio, ha sido un éxito comercial, impulsando merchandising y colaboraciones con marcas como Adidas.
 
La diferencia clave entre ambos casos radica en la gestión del cambio. La Juventus acompañó el rediseño con una narrativa sólida, explicando su visión de modernidad y globalización, mientras que el Atlético de Madrid no logró conectar emocionalmente con sus aficionados ni justificar la necesidad del cambio.
 
Lecciones desde las empresas comerciales
 
Las empresas comerciales suelen gestionar mejor la evolución de sus logotipos, ofreciendo lecciones valiosas para cualquier organización. Veamos algunos ejemplos:
 
Comunicación transparente: Marcas como Pepsi, que ha actualizado su logotipo varias veces, acompañan los cambios con campañas que explican cómo el nuevo diseño refleja su evolución. En 2023, Pepsi presentó un logo que combinaba nostalgia con modernidad, generando entusiasmo entre los consumidores.
 
Participación de las audiencias: Antes de lanzar un rediseño, empresas como Airbnb realizan pruebas con usuarios para evaluar la recepción. Esta retroalimentación ayuda a ajustar el diseño y preparar al público para el cambio.
 
Evolución gradual: Marcas como Google han optado por cambios sutiles, ajustando tipografías o colores sin alterar la esencia, lo que reduce la resistencia. Su logotipo de 2015 simplificó la tipografía para mejorar la legibilidad digital, manteniendo el esquema de colores icónico.
 
Cuidado en la implementación: Empresas como Nike aseguran que el nuevo logotipo se implemente consistentemente en todos los puntos de contacto, desde productos hasta publicidad, reforzando su impacto.
 
Tradición vs Innovación
 
Para que un rediseño sea exitoso, las organizaciones deben equilibrar tradición e innovación y para ello es necesario…
 
Respetar la herencia: Incluir elementos que evoquen la historia de la marca, como colores o formas icónicas, ayuda a mantener la conexión emocional. El rediseño de Coca-Cola en 2020 mantuvo su tipografía clásica mientras introducía variaciones modernas.
 
Involucrar a las audiencias: Consultar a los stakeholders, ya sean aficionados o clientes, y explicar los motivos del cambio fomenta la aceptación.
 
Alinear el diseño con la estrategia: El nuevo logotipo debe reflejar los objetivos de la organización, ya sea llegar a nuevos mercados, modernizarse o destacar en lo digital.
 
Gestionar la transición: Un lanzamiento bien planificado, con campañas que celebren el cambio, puede convertir la evolución en una oportunidad de conexión con el público.
 
La evolución de los logotipos es una necesidad en un mundo donde las marcas deben mantenerse relevantes, versátiles y conectadas con su público. Aunque casos como el del Atlético de Madrid muestran los riesgos de ignorar el apego emocional, ejemplos como la Juventus o empresas como Apple, Pepsi y Nike demuestran que un rediseño bien ejecutado puede fortalecer la identidad y el valor de una marca. La clave está en equilibrar tradición e innovación, comunicando con claridad y cuidando cada detalle de la implementación. Como dijo el diseñador Milton Glaser, creador del logo de "I  NY": “Un buen logotipo no solo representa, sino que inspira”. Para inspirar en el futuro, los logotipos deben evolucionar con los tiempos, llevando consigo la esencia de lo que representan.
 

Vicente Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon:
https://www.amazon.com/author/fisac
“De la Publicidad al Periodismo”: https://www.amazon.es/dp/B0D4KHNVH4

domingo, 11 de mayo de 2025

El momento mágico del regalo

(AZprensa) Ese sí que es un momento mágico, cuando entregas un regalo y la persona que lo recibe se dispone a abrirlo en tu presencia. Y da igual la edad, porque a todos nos hace ilusión ser queridos por los demás y cuando recibimos un regalo comprendemos que ese objeto es la materialización de un sentimiento.
 
Hablando, pues, de sentimientos, parece lógico que la poesía sea u7n vehículo adecuado para expresar cómo es ese momento mágico del regalo…
 
MI REGALO
 
Me miras cuando recibo
de tus manos el regalo que tanto
habías prometido.
Es pequeño y me sorprende.
Lo descubro paso a paso,
y noto en él el cariño
que no tuve de mis padres.
 
Con la luz que se cuela por mi espalda
hasta el fondo del salón,
llega el momento esperado,
lo abro y ¡Ahí están! ¡Son dos!
¡Qué pendientes tan bonitos!
¡De mayor!
 
Me los pongo de inmediato
y te abrazo y te sonrío,
lo mejor en este día
has sido tú, mi tío.
 

Vicente Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon: https://www.amazon.com/author/fisac
“Arquitecto de emociones”: https://www.amazon.es/dp/1703376927