martes, 15 de julio de 2025

¿Escribir bien o escribir como se habla? (y 2)

(AZprensa) Esto que planteábamos ayer en “Diario AZprensa” se lo hemos expuesto a la Inteligencia Artificial (xGrok) y así nos ha contestado:
 
El dilema entre escribir diálogos "correctos" o "como se habla" es central en la creación literaria, especialmente en teatro y narrativa. La respuesta depende del propósito de la obra, el público al que va dirigida y el efecto que se busca en los personajes. A continuación, analizo las dos posturas y ofrezco una reflexión práctica:
 
Escribir correctamente
 
Ventajas:
 
Promueve un uso normativo del idioma, lo que puede ser educativo y enriquecedor, especialmente en contextos donde se valora la difusión de la cultura lingüística.
 
Facilita la comprensión, ya que las frases bien construidas suelen ser claras y fluidas.
 
Puede dotar a la obra de un tono elevado, poético o estilizado, como en el caso de Jacinto Benavente, donde el lenguaje pulido refleja un ideal literario.

Inconvenientes:
 
Resta verosimilitud a los personajes. Un agricultor analfabeto hablando como un académico puede romper la inmersión del lector o espectador, haciendo que los diálogos suenen artificiales.
 
Limita la diversidad de voces. Si todos los personajes hablan igual, se pierde la oportunidad de reflejar matices sociales, culturales o psicológicos.
 
Puede alienar a un público que espera autenticidad o identificación con los personajes.

Escribir como se habla
 
Ventajas:
 
Aumenta la credibilidad de los personajes. Un lenguaje acorde a su educación, clase social, región o personalidad los hace más humanos y cercanos.
 
Permite explorar la riqueza del idioma en sus variantes: jergas, modismos, errores gramaticales o acentos, lo que enriquece la textura de la obra.
 
Refleja la realidad social y cultural, dando voz a personajes marginados o poco representados en un lenguaje culto.

Inconvenientes:
 
Puede dificultar la lectura o comprensión si se abusa de jergas o dialectos poco conocidos.
 
En exceso, los errores lingüísticos o el lenguaje coloquial pueden percibirse como descuido o falta de calidad literaria.
 
No siempre contribuye a la difusión de un estándar lingüístico, lo que podría ser un objetivo en ciertos contextos educativos o culturales.

Reflexión final
 
La clave está en el equilibrio y en la intencionalidad artística. Los diálogos deben servir a la historia y a los personajes, no a una agenda lingüística. En la práctica, si se busca un estilo elevado o clásico, como en el teatro de Benavente, un lenguaje culto puede ser apropiado, incluso para personajes humildes, siempre que se justifique por el contexto (por ejemplo, un ideal estilizado de la época). Si por el contrario se prefiere realismo, hay que adaptar el lenguaje a cada personaje.
 
Diferenciar las voces: Los personajes deben distinguirse por su forma de hablar. Un abogado puede usar tecnicismos y frases elaboradas, mientras que un agricultor podría recurrir a refranes, repeticiones o un léxico más sencillo. Esto no solo es realista, sino que ayuda al lector o espectador a identificarlos sin necesidad de descripciones explícitas.
 
Usar el lenguaje como herramienta narrativa: Los diálogos son una extensión de la personalidad. Un personaje que comete errores gramaticales puede revelar inseguridad o falta de educación; uno que habla con precisión puede revelar autoridad o arrogancia. Por ejemplo, en la novela “Cien años de soledad” de Gabriel García Márquez, los personajes usan un lenguaje que mezcla lo coloquial con lo poético, reflejando tanto su entorno como la magia de la narrativa.
 
Considerar al público: Si se escribe para un público amplio, hay que evitar excesos en jergas o dialectos que puedan alienar a los lectores. Por otro lado, un público especializado puede apreciar la autenticidad de un lenguaje muy localizado.
 
Moderar los extremos: Ni todos los personajes deben hablar como académicos, ni todos deben sonar como si improvisaran en la calle. Incluso en el realismo, los diálogos literarios son una versión estilizada de la realidad: nadie habla exactamente como en un texto escrito, porque la literatura elimina titubeos, redundancias o incoherencias innecesarias.

Por todo ello, la verosimilitud y la profundidad de los personajes son más importantes que la corrección lingüística absoluta. Dotar a cada personaje de un lenguaje acorde a su contexto y personalidad no solo hace la obra más creíble, sino que enriquece la experiencia narrativa. Sin embargo, esto no implica renunciar a la calidad literaria: incluso el lenguaje coloquial puede ser bello y preciso si se escribe con cuidado. Cada escritor debe encontrar el punto medio donde los diálogos sean auténticos pero también funcionales, sin sacrificar la intención artística ni el placer estético del lector.
 

Vicente Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon: https://www.amazon.com/author/fisac
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