Dicho así suena muy basto, pero desde luego resultaba
evidente que disponiendo de un producto como B12 Latino Depot no era necesario
acribillar a los pacientes neurálgicos. La portada del folleto ilustraba
perfectamente esta analogía ya que, a diferencia de otros preparados, una sola
inyección era suficiente para mantener su eficacia terapéutica durante al menos
dos meses.
Esa simple ampolla que parecía contener jugo de tomate,
contenía en realidad 1 cc equivalente a 1.000 mcg y se administraba de forma
intramuscular mediante una inyección “completamente indolora” (doy fe de ello,
o mejor dicho, da fe de ello mi culo, ya que al igual que los grandes investigadores
a mi también me gustaba experimentar en primera persona aquello que debía
publicitar).
Con B12 Latino Depot se hacía diana fácilmente, un acierto
total tanto en las anemias como en las afecciones neurológicas. En estas
últimas ofrecía además una acción neurotrófica, estimulando la nutrición de la
fibra nerviosa; una acción mielinizante, conservando la integridad de las
fibras mielínicas del SNC y periférico y evitando la degeneración de las
mismas; y una acción antálgica, atenuando o suprimiendo el dolor al restaurar
la alteración del nervio...
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