(AZprensa) Numerosas compañías han desarrollado
diferentes dispositivos para mejorar la administración del fármaco. Los
inhaladores de polvo seco (que comenzaron a utilizarse en las décadas de los 70
y 80) han constituido la mejor opción y entre ellos ha destacado un dispositivo
denominado “Turbuhaler” que ha llegado a convertirse en el inhalador de polvo seco
más utilizado del mundo.
El descubrimiento de este dispositivo se produjo en 1987 en
los laboratorios de AstraZéneca, a cargo de un ingeniero sueco, Wetterlin, que
tenía un hijo asmático. El Turbuhaler consiste en un sistema de inhalación de
polvo seco, pero con la particularidad de que aquí se suministra la sustancia
en estado prácticamente puro, sin ningún tipo de aditivos, sin excipientes. Su
nombre viene dado por la boquilla, que tiene un dispositivo en espiral que hace
que el paciente genere sin esfuerzo un flujo turbulento a la hora de aspirar y
que las partículas que arrastra choquen contra esa boquilla, se fraccionen, y
lleguen a adquirir un tamaño igual o menor a cinco micras de diámetro. Esto
garantiza que la reposición en el depósito pulmonar sea en torno al 30 o 32 por
ciento, que es el doble de lo que se conseguía con el aerosol y también un 10
por ciento más de lo que se conseguía con los sistemas de aerosol más cámara.
Si un niño es capaz de aspirar por una pajita, eso es
suficiente para poder utilizar el Turbuhaler. Además, con este dispositivo, el
paciente no tiene que sincronizar la inhalación ya que es él quien la dirige,
ni tampoco es necesario que haga apnea como con los dispositivos de otro tipo.
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