En el mundo hay aproximadamente 18 millones de personas que
padecen demencia, una enfermedad que afecta a una de cada 20 personas mayores
de 65 años. Sólo en los Estados Unidos hay aproximadamente 4 millones de
pacientes de Alzheimer (sin incluir otras formas de demencia) y se estima que
esta cifra se eleve a 14 millones en el año 2050. La enfermedad de Alzheimer
supone para la economía de aquél país un gasto de más de mil millones de
dólares al año.
La presión arterial elevada puede llegar a producir
alteración de la capacidad cognitiva y demencia en los ancianos. Existen datos
que sugieren que el tratamiento antihipertensivo puede con determinados
fármacos (ARA II) puede prevenir la demencia.
Según el Dr. Lennart Hannson, de la Universidad de Uppsala
(Suecia), “hay muchos pacientes ancianos con hipertensión arterial ligera que
no reciben tratamiento, lo que posiblemente produce una muerte más temprana o
discapacidad u hospitalización”. Por otra parte, este investigador comenta que
“la tolerabilidad es un factor clave para el cumplimiento terapéutico en
aquellos pacientes hipertensos que no se sienten enfermos y que por lo tanto no
tomarán medicamentos que les puedan producir efectos secundarios desagradables.
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