La Junta General de Accionistas que celebró AstraZéneca al
concluir el primer año tras su fusión tuvo un marco realmente espectacular: el
Global Arena, de Estocolmo, en donde poco antes se acababa de celebrar el
festival de la canción de Eurovisión. Por eso, el director ejecutivo de la
nueva compañía, Tom McKillop, comenzó su alocución diciendo que “no voy a
cantar, sino a transmitir buenas noticias”. Y así fue en esta reunión que pudo
seguirse en directo desde Londres y en la que el presidente d ela compañía,
Percy Barnevik, destaco el poder aglutinador de Tom McKillop en el proceso de
fusión, así como el entusiasmo de todos los empleados. El propio McKillop fue
más allá al transmitir públicamente su agradecimiento “en primer lugar y por
encima de cualquier otra consideración” a los empleados de la compañía en todo
el mundo por “su contribución al éxito”, destacando que “el fuerte
posicionamiento conseguido por la compañía dentro de la industria farmacéutica
es claramente visible y esto es algo que quiero agradecer públicamente a todos
ellos”.
En aquella reunión se presentaron las ventas y previsiones
de la compañía a través de sus principales productos, así como los avances en
la reestructuración de la misma para pasar de una compañía diversificada en
muchas áreas de biociencia a una compañía cien por cien farmacéutica. En este
sentido, la venta de Zeneca Specialties (el grupo de especialidades químicas de
alto valor añadido) se hizo efectiva por 2.000 millones de dólares y se
trabajaba en forme para la creación (conjuntamente con Novartis) de Syngenta
que se convertiría en la primera compañía del sector agroquímico mundial.
Pero en aquella reunión, al igual que sucedió de forma reiterada
durante todo su mandato como número uno de la compañía farmacéutica, McKillop
se mostró como un líder cercano, asequible, humano, que supo reconocer y
recompensar el esfuerzo de los empleados, dándoles no sólo libertad, sino
incluso animándoles, para que desarrollasen toda su iniciativa y creatividad.
En la imagen, Tom McKillop (izquierda) y Percy Barnevik.
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