(AZprensa)
Con una población cada vez más envejecida es lógico que se necesite un mayor
número de profesionales formados específicamente en cuidados paliativos. El ratio idóneo
de cobertura se establece en una unidad de
cuidados paliativos (UCP) por cada 80.000
habitantes. Sin embargo, actualmente, solo Cataluña y La
Rioja cubren esta demanda. En el otro extremo resulta alarmante conocer que Andalucía,
Comunidad Valenciana, País Vasco, Canarias y Asturias sólo cuentan con una unidad
de cuidados paliativos por cada 150.000 habitantes o más.
Como
expone el Dr. Manuel Mejías, coordinador del grupo de
trabajo de Cuidados Paliativos de la Sociedad Española de Médicos de Atención
Primaria (SEMERGEN), “la atención a las personas en el final de
su vida es una obligación para todo profesional sanitario, donde el equipo de
Atención Primaria, con el médico de Familia como referente, debe tener las capacidades y los medios
suficientes para una atención continuada y de calidad de los enfermos y de sus
familias”.
El médico de Familia trata a los pacientes desde el principio hasta el final de la vida, pero, sobre todo, tiene un papel esencial en la última etapa. Aproximadamente, en un cupo de 1000 pacientes mensuales, el médico de Atención Primaria trata entre 7 y 12 pacientes en situación de fase final de la vida, que puede durar meses o años y que plantea unas necesidades específicas de cuidados. El 80% de esas necesidades las gestiona el médico de Atención Primaria, quien debe asegurar la calidad de vida del paciente, ayudarle a controlar los síntomas y acompañar a los familiares. “Al ser un momento crítico para el paciente y para sus familias, el médico de Atención Primaria tiene que intervenir de una forma muy activa”, añade Mejías.
El
médico de Familia dispone de diversas herramientas para conocer e identificar a
los pacientes que requieren cuidados paliativos. Cuando las herramientas
indican una gran necesidad de cuidados, se precisa también la aportación de los
médicos de atención hospitalaria, donde la coordinación entre ambos
niveles asistenciales se vuelve fundamental.
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