Es cierto que la sanidad pública cuenta con los mayores adelantos tecnológicos y con profesionales de primera línea, pero los continuos recortes hacen que la prestación de esos servicios a los ciudadanos deje mucho que desear. Se dice que una mentira repetida muchas veces acaba creyéndose como una verdad. Y debe ser cierto, porque de tanto oír que “nuestra sanidad pública es la mejor” nos lo acabamos creyendo. Pero a la chita callando, la sanidad pública ya cuenta con el 57% de los hospitales y el 33% de las camas, con 252.850 profesionales que realizan el 29% de todas las intervenciones quirúrgicas que se llevan a cabo en España, ha atendido la cuarta parte de las urgencias y ahorra al Estado entre 573 y 1.134 euros por paciente y año.
Todos los ciudadanos estamos obligados a pagar la sanidad pública (que se descuenta de las nóminas o impuestos) aunque 10 millones de personas ya han elegido la privada aunque tengan que pagarla adicionalmente de su bolsillo. No es para silenciar el hecho de que los únicos ciudadanos que pueden optar libremente entre sanidad pública o privada, que son los funcionarios, el 84% de ellos prefiera la privada.
Los políticos, en vez de repetir una y otra vez que nuestra sanidad pública “es la mejor”, lo que deberían hacer es, sencillamente, hacerla mejor, y eso no se consigue con recortes.
“El legado farmacéutico de Alfred Nobel”: https://amzn.to/3lkv5h8
No hay comentarios:
Publicar un comentario