sábado, 2 de diciembre de 2023

Abuelescencia

(AZprensa) Todo el mundo piensa que hay cinco etapas en la vida de una persona:
1.- Infancia
2.- Adolescencia
3.- Juventud
4.- Madurez
5.- Vejez
 
Sin embargo existe la posibilidad de esquivar esa quinta etapa (“vejez”) y sustituirla por otra mucho más placentera.
 
A la “vejez” se le llama también “senectud”; a los que llegan a ella se les llama “viejos”, “ancianos” o “abuelos”, y se les identifica con unos seres consumidos y acabados, que se sientan en un banco del parque, con la mirada perdida en el infinito y sin más distracción –si acaso- que echar unas migas de pan a las palomas… que dicho sea de paso, eso supone un atentado contra la salubridad, porque las palomas son una plaga que ensucia calles y coches con sus enormes excrementos, tan corrosivos que incluso dañan la piedra de los edificios y de los monumentos arquitectónicos.
 
Pero volvamos a lo de esos ancianos, viejos, decrépitos, terminales, inútiles, aburridos… ¿De verdad quieres llegar a eso? Pues en tus manos está el evitar esa quinta etapa y sustituirla por otra cuyo nombre de “abuelescencia” cada vez es más popular aunque aún no esté reconocido por la Real Academia de la Lengua Española (RAE).
 
No importa que el cuerpo esté oxidado y no tenga la misma textura y elasticidad que tenía en la adolescencia; lo que importa es lo de dentro: el espíritu.
 
El “abuelescente” no se sienta en un banco a echar migas de pan a las palomas, sino que disfruta con sus hobbies, sale de casa, se relaciona con los demás, se embarca en proyectos que antes no pudo hacer por falta de tiempo, estudia y aprende aquello que más le gusta, juega y se divierte, usa su imaginación y creatividad, y se siente como un niño.
 
El “abuelescente” tiene la inocencia y el desenfado del niño, la irresponsabilidad y la irreverencia del adolescente, y la alegría y las ganas de comerse el mundo de los jóvenes… pero a diferencia de todos ellos, lo hace de forma consciente y paradójicamente responsable (la experiencia es una diplomatura que sólo se obtiene con los años).
 
El “abuelescente” es más libre que la persona “madura”, porque puede decir y actuar como quiera, sin verse obligado a ser “políticamente correcto” ya que no depende de ningún puesto de trabajo ni tiene ningún futuro profesional que prestigiar y defender.
 
Por eso, cuando dejes atrás la etapa de la “madurez”, recuerda que depende de ti ser un viejo hasta que te mueras o disfrutar y divertirte como un eterno “abuelescente”.
 

Las memorias de un eterno “abuelescente” que amaba la Comunicación, la Publicidad y el Periodismo…
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