(AZprensa) Para entender el efecto que nuestra mente
ejerce sobre la materia, hay un experimento que lo demuestra, el llamado “experimento
de la doble rendija”. En el mismo, se emite un haz de partículas subatómicas;
cuando el investigador las observa directamente, estas partículas se comportan
como ondas que se propagan, y cuando el investigador no las observa
directamente, estas partículas se comportan como partículas, es decir, como
electrones. El experimento se ha realizado en múltiples ocasiones, y siempre
arroja el mismo resultado: si lo miras, se propagan como ondas, y si no lo
miras se propaga como partículas.
Tratando de encontrar una explicación a este fenómeno, la
“Interpretación de Copenhague” es una de las interpretaciones más aceptadas de
la mecánica cuántica. Según esta teoría, la realidad subatómica está en un
estado de superposición hasta que se observe; es decir: las partículas no
tienen propiedades definidas hasta que un observador las mida. Esto significa
que mente humana desempeña un papel crucial a la hora de crear la realidad…
aunque sea a nivel subatómico.
Todo esto da pie a interminables debates tanto
filosóficos como científicos; porque si nuestra mente es capaz de afectar y
modificar la naturaleza de las cosas, ¿somos nosotros parte de la mente
creadora del universo?
Claro, algunos dicen que esto sólo se ha demostrado a
nivel subatómico pero no tiene por qué ser cierto a escalas más grandes; otros
–por el contrario- afirman que esto demuestra la conexión profunda entre la
mente humana y la creación del universo y que, simplemente, aún no hemos sido
capaces de hallar ningún experimento que –al igual que el de la 2doble rendija”-
lo demuestre a gran escala.
De lo que sí hay pruebas es de cómo el poder de la mente
humana es capaz de influir en muchas ocasiones en los acontecimientos que
influyen en nuestra vida diaria, tanto a nivel positivo como a nivel negativo.
Cuando uno pone toda su fuerza de voluntad (y también su preparación y su
trabajo) en lograr alguna meta, con frecuencia se consigue. De igual forma,
cuando alguien va de pesimista por la vida y piensa que todo le sale mal, que
está gafado, y no se esfuerza, ni se prepara ni lucha por cambiar esa
situación… pues sigue igual de gafado en la vida.
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