(AZprensa)
En el corazón del Barrio de las Letras, en la calle del Prado número 21, se
erige un edificio que ha sido testigo silencioso de la historia intelectual de
España. El Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid, conocido
simplemente como el Ateneo de Madrid, casi dos siglos de existencia como una de
las instituciones culturales privadas más relevantes del país. Fundado en un
contexto de liberalismo emergente, ha sido foro de debate, refugio de ideas y
motor de cambio social, político y artístico.
Sus
orígenes se remontan a 1820, durante el Trienio Liberal, cuando surge el Ateneo
Español con el propósito de "difundir las luces" y educar a la
ciudadanía. Tras la represión absolutista de Fernando VII, la institución
renace en 1835 bajo el nombre actual, al amparo de la regente María Cristina.
Figuras como el Duque de Rivas (primer presidente), Salustiano Olózaga, Ramón
de Mesonero Romanos o Antonio Alcalá Galiano impulsaron esta refundación,
impregnada de espíritu romántico y liberal.
En
1884, el Ateneo se instala en su sede definitiva, un edificio modernista
diseñado por Enrique Fort y Luis de Landecho, inaugurado por el rey Alfonso
XII. Su estrecha fachada oculta un interior amplio y luminoso, con salas como
la Galería de Retratos –donde cuelgan efigies de sus presidentes y socios
ilustres–, la mítica Cacharrería (lugar de tertulias legendarias) y un salón de
actos decorado con pinturas neogrecas de Arturo Mélida.
La
influencia cultural del Ateneo ha sido inmensa. Ha sido descrito como la
"Holanda de España" por su defensa de la libertad de expresión en
épocas de censura. Por sus tribunas han pasado intelectuales de la talla de
Miguel de Unamuno, Ramón del Valle-Inclán, José Ortega y Gasset, Benito Pérez
Galdós, Emilia Pardo Bazán, Clara Campoamor o Gregorio Marañón. Presidentes
como Antonio Cánovas del Castillo, Segismundo Moret o Manuel Azaña (este último
también jefe de Estado) combinaron su liderazgo en la institución con cargos
gubernamentales. Dos premios Nobel españoles, José Echegaray y Santiago Ramón y
Cajal, dirigieron el Ateneo. Incluso figuras internacionales como Albert
Einstein, Konrad Adenauer o Sarah Bernhardt disertaron en sus salas. Su
biblioteca, con más de 200.000 volúmenes, es un tesoro abierto al público y
refleja la evolución del pensamiento español contemporáneo.
No
todo ha sido fácil. Durante la dictadura de Primo de Rivera y la de Franco, el
Ateneo fue intervenido y subsumido a fines ideológicos. En la Guerra Civil,
permaneció abierto protegiendo su patrimonio gracias a esfuerzos individuales.
Tras la Transición democrática, recuperó su independencia y volvió a ser un
centro de primer orden. En 2013, la crisis económica amenazó su supervivencia,
pero superó el bache vendiendo parte de su colección artística.
Hoy,
el Ateneo sigue vivo con conferencias, exposiciones, conciertos y ciclos
temáticos, manteniendo su tradición de diálogo abierto. Instituciones como el
Ateneo de Madrid son esenciales en cualquier sociedad democrática. Actúan como
espacios independientes donde florecen el debate libre, la crítica constructiva
y la difusión del conocimiento, alejados de presiones estatales o comerciales.
En un mundo polarizado, recuerdan que la cultura no es lujo, sino pilar de la
libertad y el progreso. El Ateneo no solo ha moldeado la historia de España,
sino que sigue inspirando a generaciones futuras a pensar con rigor y valentía.
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