(AZprensa) Nos pasa a todos los que trabajamos en
Comunicación: sentimos una sana envidia de nuestros compañeros de Sistemas. Cuando
un presidente o un consejero delegado entra en una reunión técnica, escucha al
director… y asiente. Pregunta poco, opina menos y termina la frase con un “haz
lo que consideres oportuno”.
Cuando entra en una reunión de Comunicación, de pronto
todo el mundo es experto: “yo haría una rueda de prensa”, “esto hay que
contarlo así”, “ponlo en redes esta misma tarde”, “¿por qué no llamamos a tal
periodista?”. ¿Cuál es la diferencia? El lenguaje.
El informático habla en inglés mezclado con siglas,
protocolos, arquitecturas y conceptos que suenan a física cuántica. El
directivo no entiende nada → se siente pequeño → calla → delega → admira.
El responsable de Comunicación habla claro, con frases completas y palabras que cualquiera puede repetir en una cena familiar. El directivo entiende todo → se siente grande → opina → decide → interfiere.
Paradoja cruel: cuanto mejor hacemos nuestro trabajo (ser comprensibles), más fácil resulta que nos quiten la autoridad.
Lo que los máximos directivos deberían hacer (y casi
nunca hacen)
Contratar a un profesional de Comunicación en quien
confíen de verdad.
(Si no confían, el error de selección es suyo, no del profesional).
Mantenerlo informado de todo: lo que la empresa hace hoy y lo que planea hacer mañana.
Información completa, veraz y a tiempo.
Dejar que sea el responsable de Comunicación quien decida la estrategia y las acciones: ¿Merece este tema una rueda de prensa o basta una nota de prensa? ¿Conviene una entrevista exclusiva o solo unas declaraciones? ¿Es relevante para la sociedad o solo para nuestro ego interno? ¿Quién debe dar la cara, con qué mensajes clave y con qué tono?
Eso es exactamente lo que hacen con el director financiero, el director jurídico o el director de Sistemas: no le dicen cómo configurar un firewall ni cómo provisionar un crédito puente. Le dan objetivos y confían en su criterio técnico.
Conclusión
La Comunicación no es opinión; es disciplina.
Tiene metodología, timing, riesgos reputacionales medidos y consecuencias legales.
No es “contar cosas bonitas” ni “salir mucho en la tele”.
Mientras hablemos en lenguaje humano —nuestra mayor virtud profesional—, siempre habrá quien crea que puede hacerlo mejor que nosotros.
La solución no es hablar en jerga incomprensible (eso sería traicionar nuestra propia función).
La solución es que los líderes entiendan de una vez que comunicar bien es tan técnico, tan especializado y tan crítico como programar el ERP o cerrar el balance.
Hasta que eso ocurra, seguiremos siendo el único departamento al que todo el mundo cree que puede dirigir… precisamente porque hacemos que parezca fácil.
Y, paradójicamente, esa es la prueba definitiva de que lo hacemos muy bien.
Fdo: Un Dircom
Novelas escogidas
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El responsable de Comunicación habla claro, con frases completas y palabras que cualquiera puede repetir en una cena familiar. El directivo entiende todo → se siente grande → opina → decide → interfiere.
Paradoja cruel: cuanto mejor hacemos nuestro trabajo (ser comprensibles), más fácil resulta que nos quiten la autoridad.
(Si no confían, el error de selección es suyo, no del profesional).
Mantenerlo informado de todo: lo que la empresa hace hoy y lo que planea hacer mañana.
Información completa, veraz y a tiempo.
Dejar que sea el responsable de Comunicación quien decida la estrategia y las acciones: ¿Merece este tema una rueda de prensa o basta una nota de prensa? ¿Conviene una entrevista exclusiva o solo unas declaraciones? ¿Es relevante para la sociedad o solo para nuestro ego interno? ¿Quién debe dar la cara, con qué mensajes clave y con qué tono?
Eso es exactamente lo que hacen con el director financiero, el director jurídico o el director de Sistemas: no le dicen cómo configurar un firewall ni cómo provisionar un crédito puente. Le dan objetivos y confían en su criterio técnico.
Tiene metodología, timing, riesgos reputacionales medidos y consecuencias legales.
No es “contar cosas bonitas” ni “salir mucho en la tele”.
Mientras hablemos en lenguaje humano —nuestra mayor virtud profesional—, siempre habrá quien crea que puede hacerlo mejor que nosotros.
La solución no es hablar en jerga incomprensible (eso sería traicionar nuestra propia función).
La solución es que los líderes entiendan de una vez que comunicar bien es tan técnico, tan especializado y tan crítico como programar el ERP o cerrar el balance.
Hasta que eso ocurra, seguiremos siendo el único departamento al que todo el mundo cree que puede dirigir… precisamente porque hacemos que parezca fácil.
Y, paradójicamente, esa es la prueba definitiva de que lo hacemos muy bien.
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