(AZprensa)
En Navidad, entre calcetines, perfumes y la enésima taza con mensaje
motivacional, siempre aparece alguien que se salva del tópico: el que regala un
libro. Y no es casualidad. Regalar libros es una de las costumbres más
elegantes, inteligentes y duraderas que existen. Es un gesto que dice “te deseo
tiempo lento, ideas nuevas y emociones profundas”, aunque lo diga sin palabras.
Un
libro es cultura empaquetada con lazo. No caduca, no ocupa enchufes y mejora
con los años. Abre puertas a mundos que no caben en una pantalla, entrena la
empatía (porque te mete en la cabeza de personajes que nunca serás), fomenta la
imaginación (esa facultad que se oxida si solo consumimos imágenes masticadas)
y, sobre todo, acompaña. Está ahí en la mesilla cuando el mundo se pone
demasiado ruidoso, en el bolso cuando el tren se retrasa, en el sofá cuando
llueve un domingo entero. Leer relaja más que cualquier serie: baja el
cortisol, mejora el sueño y, según estudios repetidos hasta la saciedad,
retrasa el deterioro cognitivo. En resumen: es el regalo que sigue dando mucho
después de que se acabe la turrón.
Pero
aquí viene el pequeño drama nacional: en España se regalan muchísimos libros… y
se leen bastante menos de los que se envuelven. Según el último barómetro del
CIS, el 35 % de los españoles no lee nunca o casi nunca. Eso significa que hay
miles de tomos preciosos condenados a hacer bulto en estanterías, a convertirse
en pisapapeles decorativos o, peor aún, a ser re-regalados el año siguiente con
la misma etiqueta de “Feliz Navidad” pegada en la primera página.
Regalar
un libro está muy bien. Leerlo está mejor. Solo cuando abres sus páginas se
activa la magia: el viaje a ciudades que no existen, la conversación silenciosa
con autores que llevan décadas (o siglos) muertos, la risa inesperada en el
metro, el nudo en la garganta a las tres de la madrugada. Todo eso no lo activa
el gesto bonito de dejarlo debajo del árbol; lo activa el lector.
Así
que este año, si vas a regalar libros (y ojalá lo hagas), acompaña el paquete
con una promesa compartida: “Lo vamos a leer”. O, mejor aún, lee tú primero y
pásalo después.
Y
ya que estamos en época de recomendaciones, permitidme una muy personal y
sincera. Si buscáis algo que enganche desde la primera línea, que mezcle
emoción, humor, paisajes que casi se huelen y personajes que se quedan viviendo
contigo, apuntad este nombre: Vicente Fisac. Este autor español tiene una
trilogía de novelas que es pura vitamina para el alma:
“Novelas con corazón”
“Novelas con aire nórdico”
“Novelas escogidas”
Las
tres están publicadas de forma independiente, se leen en una tarde o se
saborean despacio, y funcionan igual de bien si quieres reír, emocionarte o
simplemente desconectar del mundo un rato. Están disponibles en Amazon, tanto
en papel como en Kindle, y son de esos libros que una vez terminados prestas
con la advertencia “devuélvemelo, que lo quiero releer”.
Hagamos
de estas fechas una Navidad llena de libros, sí, pero también llena de lectura.
Porque los buenos libros son un regalo que permanece.
“Novelas con corazón”
“Novelas con aire nórdico”
“Novelas escogidas”


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