Para cualquier laboratorio farmacéutico la pérdida de la
exclusividad de patente de cualquiera de sus fármacos de éxito es un duro
contratiempo; tantos años de dinero y trabajo invertidos en el descubrimiento,
desarrollo y comercialización del nuevo fármaco para que después pueda venir cualquier
otra compañía y copiarlo. Pero así es como están las cosas, y cualquier
compañía puede copiar y comercializar legalmente cualquier fármaco con tal que
desde su descubrimiento hayan pasado 20 años... que a muchos les sonará como un
periodo de tiempo muy largo, pero que la realidad nos demuestra que es muy
corto toda vez que de esos 20 años sólo los ocho últimos fueron los de
comercialización en exclusiva (y por tanto de obtención de beneficios) mientras
que los 12 anteriores fueron de gasto sin un solo dólar o euro de retorno en
beneficios.
Hay sin embargo algunas excepciones o más bien casos
atípicos que uno se encuentra por ahí; como por ejemplo el caso de Losec
(omeprazol). Este fármaco fue durante muchos años el medicamento más vendido
del mundo, con unas ventas globales que llegaron a superar los 4.000 millones
de dólares. Para un laboratorio, tener un producto así es un chollo, pero
también un gran riesgo ya que cuando llegue la hora de la pérdida de su patente
los demás laboratorios se lanzarán a copiarlo y venderlo mucho más barato (ya
que no tienen que amortizar ningún gasto de investigación o desarrollo) y esto
supondrá pasar de una venta de 4.000 millones de dólares –por ejemplo- a cero,
en muy corto espacio de tiempo.
Pero como decía, este ejemplo de Losec (omeprazol) fue
atípico ya que sus propietarios (los laboratorios Astra) protegieron tal
descubrimiento no con una patente, sino con... ¡muchas! ¿Cómo es eso posible?
Porque se registraron patentes no sólo para el principio activo sino también
para los compuesos intermedios que son necesarios para su formulación, para
cada una de sus distintas formulaciones, para muchos de los procesos que son
necesarios para su fabricación... De esta forma, cuando la competencia creía
que había expirado la patente y ese producto “ya era suyo” se encontraron con
las reclamaciones del laboratorio descubridor apoyadas por las Autoridades
competentes (Corte Federal de Canadá, Judicial Panel on Multidistrict
Litigation, etc.) de la mayoría de países que concedieron a este producto
Certificados de Protección Suplementaria o de Extensión de patente, para dicho
producto. De esta forma la irrupción de genéricos no fue cosa de un día para
otro sino que llevó varios años y se hizo de una forma paulatina, primero en unos
países, luego en otros, etc. De ahí que el descenso en ventas del omeprazol
original hasta su desaparición (cuando ya no le convenía tirar el precio para
competir con los genéricos) fue a “cámara lenta” y esto le dio tiempo a la
compañía para desarrollar y lanzar otros productos (como, por ejemplo, su
sucesor Nexium o esomeprazol) que fuesen llenando con sus ventas el hueco que
poco a poco iba dejando las pérdidas de ventas de Losec.
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