jueves, 8 de mayo de 2014

La casa Nº 1 de Londres


(AZprensa) Tras la presentación en el Conference Hall de Londres de los primeros resultados económicos de la recién fusionada AstraZéneca, los directivos de esta compañía invitaron a los periodistas que se habían desplazado a Londres desde distintos países de todo el mundo, a una cena en un marco exclusivo y al que muy pocas organizaciones habían tenido acceso, tanto que esta fue la última vez que pudo celebrarse un acto de este tipo; se trataba de Apsley House, la que fue residencia del duque de Wellington, un edificio histórico convertido en museo.

Edificado entre 1771 y 1778, este edificio neoclásico diseñado por el arquitecto Robert Adam, y que se levanta junto a Hyde Park, ha sido conocido como “la casa Nº 1 de Londres” y dicen de él que no existe otro edificio más renombrado en la ciudad.

En 1947 el duque de Wellington donó el edificio a la ciudad en lo que se ha considerado la donación más generosa del siglo XX en aquél país. Unos años después, en 1952, el edificio abrió sus puertas al público ya transformado en museo, ofreciendo una de las más importantes colecciones de pintura, porcelana, escultura, mobiliario, etc. que pueda contemplarse en toda la ciudad.

Una escultura de Napoleón, de 3,5 metros de altura, del escultor Antonio Cánova, preside la escalera de acceso a las plantas superiores. Antes, junto al hall de entrada, puede contemplarse una de las colecciones más amplias de platos de porcelana y diversas piezas de orfebrería. Ya en el piso superior se encuentran varias salas que ofrecen una impresionante colección de obras de arte y que dan paso al salón de banquetes “Waterloo”.

Presidido por un gran óleo del duque de Wellington, las paredes de este salón –que se conserva exactamente igual que en su época original- contienen un total de 70 cuadros. A lo largo de los 27 metros de longitud de sus paredes pueden contemplarse cuadros de Velázquez (como “El aguador” o el “Retrato del papa Inocencio X”), Murillo, Goya, Rubens, Ribera, Moro, Brueguell, Van Dyck, Teniers o Van der Hieden.

Una parte importante de las pinturas que alberga este museo fueron donadas por el rey Fernando VII de España al duque de Wellington en reconocimiento a su ayuda por la expulsión de los franceses. Tras la batalla de Victoria, en 1813, fue capturado un carruaje de José Bonaparte que contenía 200 cuadros. El duque de Wellington se ocupó de catalogarlos y restaurarlos, tras lo cual ofreció devolverlos a España. Sin embargo el rey español, conmovido por este detalle, rechazó la oferta y le otorgó la propiedad de los mismos como símbolo de agradecimiento.

En 1852 el duque de Wellington ofreció a los oficiales del ejército que habían combatido con él en la batalla de Waterloo, un banquete de celebración en su nueva residencia. Una costumbre que se repitió todos los años de su vida y que se convirtió en uno de los acontecimientos sociales más importantes de Inglaterra, al que todas las personalidades deseaban asistir.

Ciento cuarenta y ocho años después, ya convertido en museo, el salón Waterloo de esta mansión albergó la celebración de los primeros resultados de la nueva compañía. Sólo en muy contadas ocasiones se había alquilado este edificio a determinadas empresas que quisiesen celebrar allí algún acontecimiento muy especial, algo que –además del importe económico- suponía multitud de gestiones y trámites realmente difíciles de culminar. En virtud de las valiosas obras de arte que encierra en su interior, y por motivos de conservación, este tipo de actividades llegó a su fin con esta original cena, por lo que a partir de aquél momento sólo admitió visitas de turistas como cualquier otro museo.

No hay comentarios: