sábado, 16 de septiembre de 2023

Todos estamos expuestos a otitis y más en verano

(AZprensa) La combinación del agua y el calor, propia del verano y de los baños en las piscinas, trae consigo la aparición de una serie de complicaciones relacionadas con el oído, entre las que destacan las otitis externas. Las cifras revelan que el 84% de este tipo de otitis, también conocida como “otitis del nadador”, alcanza su mayor incidencia durante esta época del año.
 
La otitis externa es una afección frecuente que puede darse en todos los grupos de edad, siendo poco habitual entre menores de 2 años y alcanzando su punto máximo entre los 7-14 años, puesto que las visitas a las piscinas son más frecuentes. Así, se estima que el 10% de la población la desarrollará alguna vez a lo largo de su vida, y el 95% de los casos serán agudos.
 
Entre las causas más habituales, cabe destacar la transmisión de bacterias u hongos que se encuentran en el agua y que entran en contacto con el conducto auditivo al sumergir la cabeza durante un largo periodo de tiempo. En casos más leves, la piel interna del oído se muestra rojiza y el paciente nota cierto dolor, que puede ir acompañado de la aparición de un líquido claro. En casos más graves, las molestias en el oído son mayores, la zona rojiza intensifica su color y se puede producir una ligera pérdida auditiva.
 
“Es importante tener en cuenta que, en el mar, la presencia de algas, arena y cuerpos extraños que puedan ingresar en el oído favorece la formación de cerumen y la creación de tapones que aumentan el crecimiento bacteriano responsable de la otitis. En el caso de las piscinas, la concentración excesiva de cloro y un PH inadecuado favorecen la inflamación del conducto auditivo. No obstante, en cualquiera de los casos, si los baños son prolongados y hay un exceso de humedad en el oído externo que no se seca, también podría provocar una otitis”, comenta Julio Rodrigo Dacosta, director general de MED-EL España y Portugal.
 
Factores de riesgo y signos de alarma
 
Hay una serie de factores de riesgo que favorecen la aparición de otitis externa durante la temporada estival, tales como la humedad ambiental, temperatura elevada, sudoración excesiva, contaminación de las aguas o ausencia de cerumen en el conducto auditivo por limpieza excesiva del mismo.
 
Por ello, es importante aprender a detectar los signos de alarma, tales como la picazón o la sensación de tener la oreja taponada, puesto que, en el peor de los casos, puede llegar a producir pérdida auditiva, ya que tal y como señala la Organización Mundial de la Salud (OMS), casi el 60% de las pérdidas auditivas en niños se debe a esta causa.
 

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