(AZprensa) Decía mi maestro Manuel Prieto Peromingo: “No
podemos hablar de copihues al que solo conoce de amapolas y margaritas, ni de
colibríes al que sólo sabe de gallinas”
Y añadía: “Procura usar sólo palabras de las que
entiendas totalmente su significado y evitar palabras demasiado rimbombantes…
Utiliza solamente las que dices todos los días, aquellas con las que hablas
generalmente, las mismas que dirías si hablases con los de tu familia o con tus
amigos”.
¡Cuánta razón tenía! Y así pude comprobarlo después
cuando estudié la carrera de Publicidad. La premisa básica de los textos publicitarios
es que el destinatario los entienda, porque si no ¿cómo va a comprar mi
producto o servicio? Porque cuando haces publicidad es para vender algo, y
cuando escribes es para que lo lea alguien.
Por eso, cuando escribo, procuro utilizar sólo palabras
corrientes, de las que entiende todo el mundo. Quizás alguna vez cometa
incorrecciones lingüísticas, pero poco me importa si con ello consigo que la
gente lo entienda mejor.
Lo que nunca haré es dejarme llevar “por la corriente” y
utilizar palabras que nadie entiende (ni siquiera el que las utiliza) sólo para
parecer “más moderno” o “más culto”, tal como hacen día tras día muchos
políticos, sobre todo los de la ultraizquierda.
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