viernes, 1 de noviembre de 2024

Un despacho sin ventana

(AZprensa) ¿Sabes lo que significa esta expresión? Aquí te cuento dos ejemplos reales de empleados a los que su empresa les dio un despacho sin ventana.
 
Quizás alguna vez hayas escuchado en una empresa una frase parecida a esta: “A Fulanito le han dado un despacho sin ventana”. ¿Qué quiere decir esto? ¿Es que acaso le han dado un despacho que no tiene ninguna ventana o realmente eso significa otra cosa? Pues sí, eso significa otra cosa.
 
El despacho que le han adjudicado a esa persona sí que tiene ventana; tal vez sea un poco más pequeño que el de otros, pero tiene una ventana, una mesa, una silla, una estantería… vamos, como los demás. Entonces ¿dónde está la diferencia? Pues la diferencia está en que Fulanito irá a trabajar todos los días a ese despacho y no hará nada o hará lo que quiera. Posiblemente dedique muchas horas a leer el periódico, o se distraiga con videojuegos, o entre y salga con frecuencia con cualquier excusa para no aburrirse.
 
“¿Qué clase de empleado es ese?”, te preguntarás. Y la respuesta es que se trata de un empleado con el que la empresa no cuenta para nada, en realidad querría despedirlo pero lleva muchos años en la empresa y el despido saldría muy caro, así que prefiere seguir pagándole todos los meses el sueldo y tenerlo allí sin hacer nada, antes que soltar un pastón por el despido.
 
Yo fui testigo en una ocasión de la existencia de esta clase de “empleados” que iban todos los días a la empresa y no hacían absolutamente nada ni contaban con él para nada. En el caso que tuve la oportunidad de conocer, ese empleado llevaba efectivamente muchos años en la compañía aunque no tantos como para merecer una indemnización de despido exagerada. La razón de no despedirlo, en este caso, es que se trataba de un enchufado de un importante accionista de la empresa, así que despedirlo sería enemistarse con dicho accionista y otros muchos altos directivos y, por supuesto, ningún director ni mando de la compañía quería esa enemistad. Así que todos hacían la vista gorda, le dejaban que no hiciese nada (en realidad, de tanto no hacer nada es que ni siquiera molestaba a nadie, era algo así como un empleado invisible).
 
Para fortuna de la empresa, al cabo de unos años el accionista protector lo colocó en otro sitio, en donde supongo que seguiría haciendo lo mismo: nada.
 
Y si quieres que te cite otro caso de empleado con despacho sin ventana al que tú puedas conocer, lo citaré: la presentadora de televisión Inmaculada Galván, de TeleMadrid.
 
Esta excelente y popular presentadora de televisión llevó durante muchos años el programa de informaciones locales “Madrid Directo”. Un buen día, de buenas a primeras, la quitaron de la dirección de ese programa sin darle explicaciones (o al menos ella dice que no le dieron explicaciones aunque muchos sospechamos cuál fue el motivo: negarse a retransmitir la cabalgata del “orgullo gay” por motivos de objeción de conciencia ya que ella consideraba que eso no era moralmente aceptable y no lo quería dentro de su programa). Sin embargo estaba en nómina de TeleMadrid y llevaba muchos años en esta cadena, así que despedirla hubiera supuesto una indemnización muy elevada y no querían pagar tal cantidad. Total, que la dejaron sin hacer nada pero –como es costumbre en estos casos- le siguieron pagando su sueldo. De vez en cuando le encargaban alguna cosilla como –por ejemplo- retransmitir las procesiones de Semana Santa, o en otras ocasiones, presentar la retransmisión de la misa de los domingos. Actualmente, ya ni siquiera la misa de los domingos cuenta con ningún presentador, sino que simplemente conectan cuando va a empezar y cortan en cuanto acaba; pero ella sigue en nómina, cerca ya de alcanzar su edad de jubilación, momento que aprovechará TeleMadrid para desprenderse de ella sin haberle pagado indemnización.
 
La diferencia entre el caso que yo conocí y este que tú has podido conocer, es que en el primero, el citado “empleado” era un vago de tomo y lomo, alguien que no quería hacer absolutamente nada pero sí cobrar un sueldo todos los meses. En este segundo caso, la presentadora sí que quería y quiere trabajar, y sí que es una excelente profesional, muy querida además por la audiencia, pero su enfrentamiento con la dictadura globalista que quiere imponer la “Agenda 2030” y meter por todos los rincones su ideario, entrometiéndose en lo que un director de un programa debe elegir libremente para contar en su espacio televisivo, le granjeó la enemistad de los altos poderes políticos y ha quedado relegada al olvido, aunque sigue cobrando su sueldo mensual y muy de tarde en tarde se la puede ver en alguna retransmisión de carácter religioso (que cada vez son más escasas, todo hay que decirlo).
 

Vicente Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon:
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