sábado, 1 de noviembre de 2025

El día del recuerdo

(AZprensa) Tiene que llegar el día 1 de noviembre para que nos acordemos de nuestros seres queridos fallecidos; el resto del tiempo estamos tan ocupados mirando el móvil y dejando que nos laven el cerebro, que no les dedicamos ni un solo pensamiento. Pero llegado ese día –el negocio es el negocio- se ponen a la venta ramos y macetas de flores para que las compremos y acudamos con ellas al cementerio. Allí las dejaremos y tras unos instantes nos marcharemos para fijar de nuevo la vista en el móvil y ofrecer nuestro cerebro y nuestra razón como plato en bandeja para que lo manipulen desde el poder a través de las redes sociales.
 
Por otra parte, los cementerios españoles son tétricos, llenos de lápidas y nichos hacinados formando una ciudad del silencio que sólo este día llega a lucir un aspecto alegre y colorido por las flores que allí se depositan.
 
Yo he visitado también cementerios noruegos y los de allí –es otra cultura y otra educación- no son tétricos. En Noruega los cementerios son campos de hierba verde, salpicados con pequeñas lápidas (ver foto) rodeados de flores. Pero lo más llamativo, si entras en uno de ellos, es que te encontrarás a tu disposición azadas, rastrillos, regaderas, etc., todo lo necesario para que disfrutes un rato de jardinería cuidando y engalanando esa pequeña parcela de tus seres queridos. Cuando acabes, volverás a dejar el instrumental en su sitio.
 
¿Qué sucedería en España? Esas herramientas no durarían ni un suspiro; las robarían en cuestión de segundos. ¿Y las flores? Pocos perderían tiempo en arreglar ese pequeño jardín; es más, hasta puede que dejes un jarrón con flores y si vuelves al día siguiente habrá desaparecido, probablemente porque alguien te lo habrá robado para ponerlo en otra tumba… o quién sabe si para revenderlo.
 
Son contrastes culturales, entre la cultura… y la barbarie.
 

Vicente Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon:
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