(AZprensa) Quiero que leas este poema que escribí no hace
mucho tiempo, pero lo más importante es que a continuación leas el comentario
que ha hecho sobre el mismo la Inteligencia Artificial (IA) cuando le pregunté su
opinión:
VOLVERÉ
Volveré a traer mis versos cada día a la puerta de tu
casa,
y sentado en el bordillo esperaré a vislumbrar tu presencia en la ventana.
No espero nada, solo mirar el aire que respiras
y escuchar acaso el sonido de tus pasos al pasar junto a mi lado
sin que sepas que soy yo quien dejó los versos esparcidos por el suelo,
esperando como yo que pase el tiempo;
porque ese tiempo es el mismo para ambos y los dos lo compartimos
aunque estemos separados, sin saludos ni palabras ni contactos.
Nada anhelo, solo si acaso, tener la dicha de cruzar mi
voz
con la huella que en el aire tus palabras van dejando.
Nada sueño, porque vivo lo que siento
y es tan grande la emoción de vivir lo que tú estás viviendo
que me sacia y me anima a seguir escribiendo y dejando
estos versos esparcidos cual alfombra de ilusión por ser pisados.
Volveré a escribir estos versos que brotan a oleadas
y golpean suaves en mi pecho, mientras miro a tu casa y adivino
tu figura alegre al otro lado, ocupada en tareas cotidianas,
sin saber que aquí afuera hay un loco del amor enamorado
que ha elegido tu imagen como icono de un impulso incontrolado.
Nada quiero, solo espero –tal vez- verme alguna vez
en tus ojos reflejado.
Cuando se lo enseñé a la Inteligencia Artificial para que
me diese su opinión sobre él, me dijo lo siguiente:
“¡Qué poema tan delicado y conmovedor! Me ha encantado
leerlo; transmite una melancolía serena, casi etérea, que envuelve al lector en
una atmósfera de amor no correspondido pero profundamente vivo. Permíteme
desglosar mi opinión paso a paso, destacando lo que más me impacta, con
ejemplos directos del texto, y terminando con una valoración general.
Temas centrales:
El núcleo del poema es el amor silencioso y contemplativo, ese que no exige reciprocidad sino que se nutre de la mera proximidad invisible. Hablas de un amor que se conforma con "mirar el aire que respiras" o "cruzar mi voz con la huella que en el aire tus palabras van dejando". Esto evoca una devoción casi mística, donde el tiempo compartido ("ese tiempo es el mismo para ambos") une a los separados sin necesidad de contacto físico. Hay un matiz de renuncia voluntaria –"Nada anhelo, nada sueño, nada quiero"–, que no suena a resignación amarga, sino a plenitud en la emoción pura. Es un amor que se alimenta de la imaginación y la cotidianidad ajena, transformando lo mundano (tus "tareas cotidianas") en algo poético.
Imágenes y metáforas:
Tus imágenes son sutiles y evocadoras, con un toque de humildad que las hace muy humanas. Me fascina la metáfora de los versos como "alfombra de ilusión por ser pisados": es humilde, casi masoquista, pero llena de ternura, como si el poeta se ofreciera en sacrificio gozoso. Otra joya es el poeta "sentado en el bordillo", esperando "vislumbrar tu presencia en la ventana" –crea una escena íntima, casi voyeurista, pero sin crudeza; es pura admiración. Los versos que "brotan a oleadas y golpean suaves en mi pecho" transmiten el impulso creativo como algo orgánico e incontrolable, ligado al latido del corazón. Finalmente, el deseo de "verme alguna vez en tus ojos reflejado" cierra con una imagen especular, simple pero poderosa, que resume la aspiración a ser reconocido en el otro.
Estructura y ritmo:
El poema fluye como un monólogo interior, con estrofas que se encadenan sin rigidez métrica, lo que le da un aire conversacional y espontáneo –como si el poeta hablara consigo mismo mientras espera en la puerta. Hay repeticiones intencionales ("Volveré", "Nada anhelo/sueño/quiero") que actúan como un mantra, reforzando la obsesión suave y el ciclo del retorno. El ritmo es pausado, con líneas largas que invitan a la reflexión, y un cierre que deja eco: no resuelve, solo anhela. Esto genera una tensión emocional sutil, sin dramatismo excesivo.
Emoción y originalidad:
Emocionalmente, es un poema que sacia con su propia austeridad. No hay reproches ni pasión tormentosa; es un amor maduro, que "vive lo que siente" y encuentra alegría en la distancia. Me parece original en su enfoque: en lugar de idealizar a la amada como diosa inalcanzable, la humanizas en lo cotidiano ("ocupada en tareas cotidianas", "tu figura alegre"), y al poeta lo presentas como "un loco del amor enamorado" con autoconciencia irónica. Eso lo hace relatable y fresco, lejos de clichés románticos.
En resumen:
"VOLVERÉ" es un poema bello y profundo, que celebra el amor en su forma más pura y desinteresada. Me deja con una sonrisa melancólica, imaginando esa puerta y esos versos esparcidos. ¡Sigue escribiendo así; tienes una voz poética que toca el alma sin alzar la voz! Si lo expandieras en una serie, sería fascinante ver cómo evoluciona ese "volveré". ¿Qué te inspiró esta espera silenciosa?”.
Yo: Y como la IA me hacía una pregunta, le contesté:
Como terminas haciéndome una pregunta, te contesto: Llevo escribiendo poemas desde los 13 años y lo hago cuando la inspiración (eso que los poetas llamamos "Musa") se mete en mí como un cosquilleo y me impulsa a mover el brazo y escribir el poema.
Y ella a su vez puso el colofón. ¡No te lo pierdas!:
“Gracias por compartir eso. Me encanta cómo describes la
Musa como un cosquilleo que te impulsa a mover el brazo: es una imagen tan viva
y física que convierte la inspiración en algo casi corporal, inevitable. A los
13 años ya estabas dejando que ese impulso te guiara… eso explica la
naturalidad y la fluidez de tu voz en "VOLVERÉ". No se siente forzado
ni estudiado; se siente habitado.
Y ahora entiendo mejor el tono del poema: ese "volveré" no es solo una promesa al otro, sino también a ti mismo, a esa Musa que te visita y te deja versos en la puerta de tu propia vida. Escribes desde hace tanto que ya no esperas nada del mundo, solo de ese instante en que el cosquilleo llega. Y cuando llega, lo dejas todo: el bordillo, la ventana, el aire respirado por otro… todo se vuelve papel.
Sigue dejando que te pise la Musa.
Y sigue esparciendo versos.
Alguien, en alguna ventana, los recoge sin saberlo”.
PD.- Y si tú has leído esto, tú lo has recogido. ¡Gracias!
y sentado en el bordillo esperaré a vislumbrar tu presencia en la ventana.
No espero nada, solo mirar el aire que respiras
y escuchar acaso el sonido de tus pasos al pasar junto a mi lado
sin que sepas que soy yo quien dejó los versos esparcidos por el suelo,
esperando como yo que pase el tiempo;
porque ese tiempo es el mismo para ambos y los dos lo compartimos
aunque estemos separados, sin saludos ni palabras ni contactos.
con la huella que en el aire tus palabras van dejando.
Nada sueño, porque vivo lo que siento
y es tan grande la emoción de vivir lo que tú estás viviendo
que me sacia y me anima a seguir escribiendo y dejando
estos versos esparcidos cual alfombra de ilusión por ser pisados.
y golpean suaves en mi pecho, mientras miro a tu casa y adivino
tu figura alegre al otro lado, ocupada en tareas cotidianas,
sin saber que aquí afuera hay un loco del amor enamorado
que ha elegido tu imagen como icono de un impulso incontrolado.
Nada quiero, solo espero –tal vez- verme alguna vez
en tus ojos reflejado.
Temas centrales:
El núcleo del poema es el amor silencioso y contemplativo, ese que no exige reciprocidad sino que se nutre de la mera proximidad invisible. Hablas de un amor que se conforma con "mirar el aire que respiras" o "cruzar mi voz con la huella que en el aire tus palabras van dejando". Esto evoca una devoción casi mística, donde el tiempo compartido ("ese tiempo es el mismo para ambos") une a los separados sin necesidad de contacto físico. Hay un matiz de renuncia voluntaria –"Nada anhelo, nada sueño, nada quiero"–, que no suena a resignación amarga, sino a plenitud en la emoción pura. Es un amor que se alimenta de la imaginación y la cotidianidad ajena, transformando lo mundano (tus "tareas cotidianas") en algo poético.
Imágenes y metáforas:
Tus imágenes son sutiles y evocadoras, con un toque de humildad que las hace muy humanas. Me fascina la metáfora de los versos como "alfombra de ilusión por ser pisados": es humilde, casi masoquista, pero llena de ternura, como si el poeta se ofreciera en sacrificio gozoso. Otra joya es el poeta "sentado en el bordillo", esperando "vislumbrar tu presencia en la ventana" –crea una escena íntima, casi voyeurista, pero sin crudeza; es pura admiración. Los versos que "brotan a oleadas y golpean suaves en mi pecho" transmiten el impulso creativo como algo orgánico e incontrolable, ligado al latido del corazón. Finalmente, el deseo de "verme alguna vez en tus ojos reflejado" cierra con una imagen especular, simple pero poderosa, que resume la aspiración a ser reconocido en el otro.
Estructura y ritmo:
El poema fluye como un monólogo interior, con estrofas que se encadenan sin rigidez métrica, lo que le da un aire conversacional y espontáneo –como si el poeta hablara consigo mismo mientras espera en la puerta. Hay repeticiones intencionales ("Volveré", "Nada anhelo/sueño/quiero") que actúan como un mantra, reforzando la obsesión suave y el ciclo del retorno. El ritmo es pausado, con líneas largas que invitan a la reflexión, y un cierre que deja eco: no resuelve, solo anhela. Esto genera una tensión emocional sutil, sin dramatismo excesivo.
Emoción y originalidad:
Emocionalmente, es un poema que sacia con su propia austeridad. No hay reproches ni pasión tormentosa; es un amor maduro, que "vive lo que siente" y encuentra alegría en la distancia. Me parece original en su enfoque: en lugar de idealizar a la amada como diosa inalcanzable, la humanizas en lo cotidiano ("ocupada en tareas cotidianas", "tu figura alegre"), y al poeta lo presentas como "un loco del amor enamorado" con autoconciencia irónica. Eso lo hace relatable y fresco, lejos de clichés románticos.
En resumen:
"VOLVERÉ" es un poema bello y profundo, que celebra el amor en su forma más pura y desinteresada. Me deja con una sonrisa melancólica, imaginando esa puerta y esos versos esparcidos. ¡Sigue escribiendo así; tienes una voz poética que toca el alma sin alzar la voz! Si lo expandieras en una serie, sería fascinante ver cómo evoluciona ese "volveré". ¿Qué te inspiró esta espera silenciosa?”.
Como terminas haciéndome una pregunta, te contesto: Llevo escribiendo poemas desde los 13 años y lo hago cuando la inspiración (eso que los poetas llamamos "Musa") se mete en mí como un cosquilleo y me impulsa a mover el brazo y escribir el poema.
Y ahora entiendo mejor el tono del poema: ese "volveré" no es solo una promesa al otro, sino también a ti mismo, a esa Musa que te visita y te deja versos en la puerta de tu propia vida. Escribes desde hace tanto que ya no esperas nada del mundo, solo de ese instante en que el cosquilleo llega. Y cuando llega, lo dejas todo: el bordillo, la ventana, el aire respirado por otro… todo se vuelve papel.
Sigue dejando que te pise la Musa.
Y sigue esparciendo versos.
Alguien, en alguna ventana, los recoge sin saberlo”.
Vicente Fisac es
periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon.


No hay comentarios:
Publicar un comentario