Para que un medicamento triunfe en el mercado no basta con
que sea eficaz y bien tolerado, necesita otras muchas cosas, entre ellas un
buen nombre de marca, una fuerte personalidad y diferenciación, y un mercado
concreto de indicaciones en donde destaque sobre los competidores. Todo eso lo
tenía el clorhidrato de flavoxate, comercializado como Genurín por laboratorios
Latino. Desde luego el nombre de marca no podía ser más apropiado (aparte de
corto, fácil de pronunciar y de recordar, etc.) ya que Genurín estaba indicado
para el espasmo genitourinario. Más fácil de recordar, imposible.
Se trataba de un nuevo antiespasmódico para las afecciones
genitourinarias, sin efectos secundarios, que eliminaba los síntomas más
frecuentes de las afecciones de la pelvis menor: disuria, tenesmo, polaquiuria,
nicturia, incontinencia y dolor suprapúbico.
Para su lanzamiento se creó un folleto muy especial que, a
los cuatro colores tradicionales, añadía el de una película de plata que
formaba líneas quebradas concéntricas de tal forma que cada vez que se movía
ligeramente dicho folleto la imagen reverberaba; se había conseguido un
“espasmo visual genitourinario” tal como muestra la portada adjunta, aunque
aquí no podamos ponerla en movimiento, de eso se encargaba el visitador médico
cuando presentaba el producto al médico...
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