Tanto si existía infección en la piel como si existía riesgo
de la misma (este riesgo siempre se ve acentuado cuando la dermatitis cursa con
picor o prurito, o cuando la zona afectada entra en contacto con otras
superficies), la mejor solución era el ya desaparecido y nunca superado
Ecomitrin.
Como antibióticos llevaba anfomicina, un antibiótico
bactericida sobre gram+ sin acción sistémica, carente de resistencias y estable
frente a secreciones y exudados orgánicos; y neomicina, un antibiótico de
probada acción antimicrobiana. Junto a ellos llevaba cortisol, con sus acciones
fisiológicas antiinflamatoria, antipruriginosa, antialérgica y antieczematosa.
Sus concentraciones eran de 0,5% de anfomicina, 0,35% de neomicina y 1% de
cortisol.
Pero es que además, para una acción terapéutica realmente
eficaz es necesaria una base de máxima penetración y cualidades cosméticas y
esa era la de Ecomotrin, la cual permitía un contacto inmediato y acción
antibacteriana en el mismo foco al llevar los principios activos en la
superficie de la parte acuosa, presentando una rápida absorción. Esta propiedad
le permitía alcanzar ese foco en concentraciones suficientes aun cuando
existiesen pus y o exudados. Su perfección cosmética era tanta (incluso tenía
un olor agradable) que dejábamos bien claro que “no mancha ni engrasa”.
Finalmente, su tubo de 40 gramos era suficiente para resolver el problema
dermatológico con una sola receta...
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