El mercado al que accedió Genurín no era excesivamente
importante en cuanto a volumen de prescripciones, pero sí era muy concreto, muy
definido, de tal forma que un producto específico como él podía y debía
alcanzar una buena cuota de mercado. Sus indicaciones en el hombre eran la
prostatitis y los síntomas de hipertrofia prostática; en la mujer la hipertonía
pélvica y disquinesia uterina; y en ambos, la cistitis, uretritis, trigonitis,
cólico renal, algias espasmódicas de uréteres y vejiga, incontinencia urinaria,
post-operatorio de intervenciones de vejiga, cateterismo uretral y preparación
y tras exploraciones urográficas.
Genurín (flavoxate) proporcionaba una eficaz resolución de
la sintomatología al neutralizar el espasmo, por relajación directa sobre la
musculatura lisa de la pelvis menor. A esta acción específica unía el hecho de
verse libre de los efectos secundarios de tipo anticolinérgico (sequedad de
boca y faringe, midriasis, taquicardia, alteraciones de la tensión, de la
diuresis, de la motilidad intestinal, etc.); tanto era así que en el apartado
de contraindicaciones se especificaba que “dado que el flavoxate no produce
efectos ni vagolíticos ni sobre la regulación autónoma del mecanismo
circulatorio, está prácticamente exento de contraindicaciones, salvo en las
uropatías orgánicas obstructivas del tracto urinario superior”...
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