Durante su etapa como máximo responsable del laboratorio
AstraZéneca, su director ejecutivo Tom McKillop, fue considerado como una de
las personas más influyentes en el Reino Unido, sólo tres puestos más abajo que
la Reina de Inglaterra.
Aun cuando la sede central de la compañía está en Londres,
McKillop pasaba gran parte de su tiempo viajando. Un 25 por ciento de su tiempo
lo pasaba en Estados Unidos (país en el que la compañía obtenía el 50 por
ciento de sus ventas) y un 10 por ciento en Suecia (que albergaba la sede
central de I+D). También viajó a España en numerosas ocasiones y mantuvo un
trato cercano con los empleados (no sólo con los directivos).
Desde siempre mostró una preocupación especial por el
contacto personal con los empleados. Sus palabras “me gusta ser tan abierto y
directo como sea posible” las corroboró con hechos: tras la fusión de la
compañía inició un amplísimo contacto con empleados, llegando a recoger las
opiniones de 3.000 de ellos.
Aunque en general admira a aquellas personas capaces de
levantar una gran empresa desde la nada, reconoce que el verdadero valor de una
organización está en sus empleados: “Son los equipos de personas los que hacen
que las cosas funcionen, no sus líderes”.
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