viernes, 31 de enero de 2014

Cambiar de fármaco para ahorrar dinero

Con frecuencia asistimos a recomendaciones (o imposiciones) de las Autoridades Sanitarias para que los médicos prescriban un determinado fármaco en sustitución de otro cuyas características son similares pero cuya razón principal es que el que ahora se sugiere o impone es más barato que el anterior. No son muchas las explicaciones que se dan al respecto y mucho menos a los pacientes, por eso conviene recordar una cita aparecida hace años en la revista “Dinero y Salud” en la que se decía: “Cuando este tipo de comparaciones se hacen con dos productos de similar acción, a cargo de laboratorios con tradición investigadora, con talante empresarial y no solo comercial, cuando las indicaciones son las mismas, la biodisponibilidad, la seguridad y la forma de empleo son idénticas, el precio sí es importante”.

Resulta obvio señalar que cuando alguno de estos condicionantes no se da, el precio carece de importancia como argumento de peso a la hora de la sustitución. En definitiva, nunca se debe sustituir un fármaco por otro por la simple y llana razón del menor precio de uno de ellos; este último argumento sólo puede tener validez si en la comparación entre ambos fármacos todo lo señalado anteriormente es –como mínimo- exactamente igual entre ambos fármacos.

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