Si un laboratorio farmacéutico, después de invertir un
montón de dinero por su presencia en un Congreso médico, quiere ser el centro
de atención y no pasar desapercibido, debe hacer gala de toda su creatividad y poner
en marcha cualquier iniciativa que llame poderosamente la atención de los
médicos y así permita que se establezca un acercamiento entre los delegados del
laboratorio y los médicos asistentes.
A lo largo de los años se han venido realizando muchas actividades
llamativas y originales, entre ellas algunas relacionadas con la fotografía;
pero, entre estas últimas, me quedo –por su originalidad- con esta.
En un Congreso médico celebrado en Córdoba se le dio a todos
los médicos que quisieran participar, una cámara fotográfica para que mostrasen
sus habilidades artísticas reflejando con sus fotos cualquier aspecto
relacionado con el Congreso. Después, un jurado independiente, valoraría la
calidad y originalidad de dichas fotos y otorgaría los correspondientes
premios. Pero ¿dónde estaba la originalidad de esta prueba? Muy sencillo: la
cámara que se les entregaba sólo tenía la posibilidad de hacer tres
fotografías. De esta forma, no valía con hacer muchas fotos y esperar que
alguna saliese bien; por el contrario, los participantes se lo tenían que
pensar mucho antes de disparar el objetivo puesto que solo tendrían tres
oportunidades.
Todo un reto para los más de 60 participantes que
demostraron su “ojo fotográfico” y así lo valoró el jurado, que estuvo compuesto
por Natacha Carretero (Licenciada en Bellas Artes) y los doctores Jesús
Martínez Beltrán y Ricardo Fernández Robla, quienes quizás por la “deformación”
profesional que da el trabajo en un servicio de Microbiología, miraron hasta el
más mínimo detalle cada fotografía (ver imagen). El ganador fue el doctor
Antonio Gil, y como finalistas quedaron Elisabeth Prieto y Ana Jato.
No hay comentarios:
Publicar un comentario