Los ácaros son uno de los principales factores etiológicos
que inciden en la aparición del asma, con unos porcentajes en torno al 53 por
ciento. Sin embargo no siempre ha sido así y en este cambio ha estado muy
implicado el estilo de vida que la sociedad ha ido adoptando en las diferentes
épocas. Hoy en día se pasa mucho más tiempo en el interior de los edificios,
que cada vez son más cálidos y húmedos, cerrados de forma hermética para
ahorrar energía, con una decoración en la que están presentes los muebles
tapizados, las moquetas, las alfombras, los animales... y todo aquello que
constituye un excelente reservorio para los alergenos de interior, sobre todo,
los ácaros.
El alergeno no se distribuye de forma igual por la casa: las
mayores concentraciones se sitúan en la cama, en el suelo del dormitorio, del
salón, de la cocina, del baño. En la mayoría de los estudios, la concentración
de alergenos guarda estrecha relación además con la ventilación de los
interiores y otras variables como: casas de planta baja, con humedad y
habitadas por fumadores. También la presencia de fuego de gas, humidificadores
o hábitos como secar la ropa en los radiadores, puede influir. No obstante la
variación de la producción de ácaros entre diferentes domicilios puede ser
significativa. Así es posible encontrar viviendas con cantidades de alergenos
muy bajas en climas favorables, y otras al contrario.
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