miércoles, 22 de agosto de 2018

Reciclar medicamentos: La verdad del “Punto SIGRE”


(AZprensa) Cada vez son más los ciudadanos concienciados con la necesidad de reciclar los restos de medicamentos que ya caducados o sin previsión de utilización posterior se van almacenando en los botiquines caseros. Tirar esos restos a la basura o aún peor, al retrete, supone una seria amenaza para el medio ambiente.

Afortunadamente las oficinas de farmacia disponen de unos recipientes llamados “Punto SIGRE” (aunque la mayoría de la gente no sabe su nombre, sólo simplemente que hay allí un contenedor para reciclar los medicamentos) en donde se pueden tirar para que sean eliminados de una forma segura para todos. Como oficinas de farmacia hay cerca de todos nosotros, la tarea de ir allí a depositarlos no supone ningún esfuerzo.

Por consiguiente hay que agradece r a las oficinas de farmacia que presten este servicio, pero… ¿hay que agradecérselo a alguien más? ¿Quién se ocupa de recogerlos? Pues para recogerlos están los mayoristas (esos que cada día reponen a las farmacias los medicamentos que estas van vendiendo), así que también hay que agradecer a los mayoristas que presten este servicio, pero… ¿hay que agradecérselo a alguien más? ¿Quién se ocupa de su clasificación y destrucción segura? Pues para eso se constituyó hace tiempo una empresa llamada SIGRE que se ocupa de este menester, así que también hay que agradecerles a ellos que los destruyan de forma segura.

¿Hemos terminado ya o hay que dar las gracias a alguien más? ¿Os habéis preguntado de qué viven las personas que trabajan en SIGRE? Todas ellas tienen un sueldo, y unas instalaciones que hay que mantener. Por mucho que farmacias y mayoristas presten sus servicios, unos colocando esos contenedores y otros retirando el contenido cuando ya está lleno, de forma desinteresada, SIGRE es una empresa que tiene unos gastos de personal, de instalaciones, de impuestos, etc. que debe abonar. ¿De dónde sacan el dinero? Pues ni más ni menos que de los laboratorios farmacéuticos. Fueron los laboratorios farmacéuticos los que hicieron posible este proceso y los que desde el inicio vienen sufragando los costes mediante el pago de unos céntimos por cada envase vendido aunque no todos, lógicamente, vayan a parar a esos contenedores.

Por consiguiente los laboratorios farmacéuticos son quienes pagan y hacen posible que los restos de medicamentos que nosotros entregamos para reciclar sean reciclados convenientemente, y sin embargo nadie lo sabe porque los laboratorios (suspenso permanente en Comunicación) no dicen nada.

Al público general le llega la idea de que las farmacias prestan un encomiable servicio al ofrecernos esos puntos para reciclar. Y nada más. El público general desconoce la aportación que hacen los mayoristas y tampoco sabe qué es eso de “SIGRE”. Y por supuesto, ni se le pasa por la imaginación que sin el dinero que aportan los laboratorios farmacéuticos nada de esto sería posible.

Un ejemplo más del miedo a la Comunicación (aunque sea para destacar cosas buenas) que tiene la industria farmacéutica, que sigue apareciendo ante la opinión pública con una imagen negativa y el silencio más absoluto por su parte.  

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