(AZprensa)
La enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) es una de las principales
causas de muerte y discapacidad en todo el mundo y tiene un impacto físico y
emocional significativo en las personas que la padecen. Cuando la EPOC progresa
aparece la disnea que conlleva una disminución de la función pulmonar y se
convierte en una causa importante de discapacidad y ansiedad. Acompañada de
síntomas que desencadenan temor, frustración, aislamiento y depresión en los pacientes.
Según
estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) más de 200 millones
de personas conviven con la EPOC y se estima que pueda convertirse en la
tercera causa de muerte mundial en 2030 . Además estos pacientes a menudo
presentan otras comorbilidades graves como cardiopatías, diabetes, osteoporosis
y depresión, lo que dificulta aún más el tratamiento concomitante de la EPOC y
de estas enfermedades.
Debido
al carácter crónico de la enfermedad y a sus síntomas incapacitantes, la EPOC
también puede suponer una carga significativa para las personas que cuidan de
amigos o familiares afectados por esta enfermedad. El diagnóstico precoz y una
intervención terapéutica adecuada después de una exacerbación son esenciales para
la recuperación rápida de los pacientes y la mejoría de su calidad de vida.
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