(AZprensa) Dicen que el prospecto de un medicamento es “un
documento de información para el paciente”, sin embargo vamos a demostrar que
su verdadera definición debería ser esta: “documento jurídico para que si al
paciente le pasa algo malo relacionado con el medicamento, tanto el médico como
el laboratorio queden exentos de culpa y no tengan que pagar ninguna
indemnización”.
Puedes sorprenderte con lo que vas a leer a continuación
y mucho más con la sorpresa final.
Para empezar, el prospecto está redactado en terminología
médica que la mayoría de los pacientes no entiende, lo que demuestra que no
está redactado “para el paciente” sino como defensa de médico y laboratorio por
si algo sale mal.
En segundo lugar, todo el prospecto es una larguísima
retahíla de amenazas a la salud que cualquier persona normal, si lo lee,
sentirá de inmediato ganas de no tomar ese medicamento.
Veamos un ejemplo:
En el medicamento que hemos tomado para este ejemplo
empiezan por poner en duda que el medicamento sea eficaz, ya que advierten que “debe
consultar a un médico si empeora o no mejora después de dos días”. Pero no sólo
eso, sino que aparte de ser ineficaz puede provocarnos serios trastornos.
Veamos algunos de los que destacan:
Dolor de cabeza
Aturdimiento
Fatiga
Dificultad para respirar
Taquicardia
Alteración de los resultados de pruebas médicas y
análisis
Irritación de la boca
Adormecimiento de la lengua
Sensación de quemazón
Hinchazón
Shock anafiláctico
Como, posiblemente, la lista de efectos secundarios es
tan grande que no habría papel suficiente para reflejarla y mucho menos
capacidad para meter todo ese papel en el envase del medicamento, se nos dice
que también consultemos con el médico si aparecen “efectos adversos que no
aparecen en este prospecto”.
Y ya, para terminar, nos informan que puede provocarnos una
enfermedad que no conocíamos: Metahemoglobinemia. ¿Y cuáles son sus síntomas?
Pues estos: dificultad para respirar, color azul de la piel, alteración del
estado mental, dolor de cabeza, fatiga, dificultad para hacer ejercicio, mareos
y pérdida de conocimiento.
Después de leer este prospecto ¿te apetece tomar ese
medicamento? Seguro que no ¿verdad? Pero si tu capacidad de asombro no se había
desbordado, resulta que este medicamento que he citado como ejemplo se anuncia
libremente en televisión y se puede adquirir sin receta en cualquier farmacia.
¿Sabes cuál es? Pues unas pastillas para la irritación de garganta que se
llaman “Lizipaína”.
¿En qué quedamos? Si es tan inocuo que se puede anunciar
en televisión y adquirir sin receta ¿cómo es que puede perjudicar tan
gravemente nuestra salud? ¿No sería más saludable no tomarlo y beber
simplemente un poco de leche caliente con miel?
La respuesta ya la dimos al principio: el prospecto “no
es un documento de información para el paciente” sino un “documento jurídico
para que si al paciente le pasa algo malo relacionado con el medicamento, tanto
el médico como el laboratorio queden exentos de culpa y no tengan que pagar
ninguna indemnización”.
Haz la prueba, coge cualquier medicamento, incluso de esos
que se compran sin receta, y ponte a leer su prospecto. Hemos citado sólo un
ejemplo, pero todos los prospectos de medicamentos son iguales.
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