(AZprensa) Así se combatía la gripe en 1918 y así de
reacios se mostraban los poderes públicos a reconocer que se trataba de una “epidemia”.
Después de tantos años ¿hemos aprendido algo? Echemos un vistazo a lo que
sucedió entonces:
Entre las diferentes epidemias que afectaron a Daimiel
(Ciudad Real) a finales del siglo XIX y principios del siglo XX hay que incluir
la gripe. Aunque hoy se dispone tanto de vacunas como de remedios
farmacológicos para paliar sus efectos, en aquellos años era realmente difícil
combatirla, labor que dificultaba su facilidad de contagio y un hecho concreto
que vino a complicarlo más aún: la aparición por mutación de diferentes cepas
del virus, convirtiendo a la gripe en una enfermedad mortal en muchos casos.
En 1918 y ante la posibilidad de que una epidemia
alcanzase a Daimiel, puesto que se habían dado casos en pueblos vecinos, fue
convocada la Junta Local de Sanidad. Como no eran muchos los casos se consideró
exagerado declarar la epidemia, decantándose por la medida más prudente de
poner en marcha una serie de medidas preventivas. Entre estas figuraban:
Recoger y retirar de toda vía pública, tanto la tierra
como cualquier otro desperdicio que pudiera obstruir el correcto drenaje de las
aguas, con la posterior acumulación y estancamiento de las mismas.
Regar las calles dos veces al día; tanto lo que
constituía la acera como lo que era el propio centro de la vía.
También la plaza del pueblo debía ser igualmente regada
dos veces al día, pero en este caso mediante una bomba de incendios para
imprimir al agua mayor presión, dado que este solía ser el lugar de mayor
concentración de población.
Sin embargo unos meses después se comprobó que estas
medidas preventivas habían resultado insuficientes, viéndose obligados a
declarar finalmente el estado de epidemia.
Lo mismo o parecido sucedió en 1919 por lo que en esta
ocasión se adoptaron las siguientes medidas:
Obligar a los dueños de basureros y pozos negros bien a
proceder a la extracción de los mismos, bien a arrojar cal viva o cualquier
otro medio de desinfección con el fin de evitar emanaciones que pudieran
constituir cualquier peligro. Eso sí, todas las sustancias desinfectantes
serían proporcionadas por el Consistorio, pudiendo los afectados recogerlas en
el Laboratorio Municipal.
Potenciar la limpieza de las vías públicas, penalizando a
todo el que las usase de un modo poco cívico, con una frecuencia de riego de
dos veces al día.
Cerrar los colegios aunque no otros centros públicos de
reunión.
Fuente: “Médico, periodista y poeta”, de Vicente Fisac.
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