(AZprensa) Los que sois más jóvenes y estáis
acostumbrados al fútbol actual, no os podéis ni imaginar cómo era el fútbol de
antes, el de hace –por ejemplo- 50 o 60 años. A continuación os voy a explicar
algunas cosas del fútbol de los años 1960 y 1970 que hoy en día parecen
inimaginables, por ejemplo…
Todos los equipos sólo tenían dos equipaciones, la suya
propia y una de reserva para cuando había coincidencia de colores con el rival.
Pero incluso así, yo he visto partidos entre el Atlético de Madrid y el
Athletic de Bilbao (los dos con camisetas a rayas rojas y blancas y pantalón
azul marino en un caso y negro en otro) en donde el único cambio que se hacía
era ponerse un pantalón blanco el visitante.
Todos los futbolistas usaban botas negras (no había de
otro color). Después algunos empezaron a usarlas de colores para distinguirse de
los demás y ganar notoriedad. Hoy día todos usan botas de colores, así que si
alguien se quiere distinguir de los demás tendría que volver a usar botas
negras.
No había ninguna sustitución en los partidos. Si un
jugador se lesionaba, seguía jugando (incluso con un brazo roto), e incluso se
hizo popular el llamado “gol del cojo”: Ese jugador lesionado que apenas podía
caminar, se colocaba de delantero y como nadie le marcaba porque no podía
correr, a veces era capaz de meter un gol aprovechando un barullo en el área,
de ahí que a esos goles se les llamase “el gol del cojo”.
De un año a otro, las camisetas de los equipos eran
prácticamente iguales y todas se ceñían a sus colores históricos. Eso de los
diseñadores de moda que convierten las camisetas de toda la vida en esperpentos
de pasarela de moda, no tenían cabida en el mundo del fútbol.
Durante los partidos también había policías vigilando el
buen comportamiento del público, pero eran muchos menos que ahora (y sin
ametralladoras y sin escudos antidisturbios) y estaban más pendientes de ver el
partido que de vigilar al público.
El público se desahogaba libremente en los estadios
gritando e insultando al árbitro (cuando lo merecía) y a los jugadores del
equipo rival (para fastidiarles). Se podía gritar cualquier insulto y nadie se
ofendía por ello. Era lo normal. Eran las reglas del juego.
Al comenzar el partido salía primero el equipo de casa
(gran ovación del público), después salía el equipo contrario (abucheos
generalizados que variaban en intensidad según fuese la rivalidad existente con
el mismo) y finalmente salía el árbitro (recibido con pitos y abucheos).
No había marcadores electrónicos, sino sólo unos grandes
carteles en donde un operario iba cambiando el 0-0 inicial por el número
correspondiente cada vez que se marcase un gol. La gente solía llevarse un
pequeño transistor para enterarse de cómo iba la jornada mientras veía el
partido de su equipo (hoy en día los espectadores están más pendientes de su
móvil que del partido).
Todos los partidos (salvo alguna excepción) se jugaban el
mismo día y a la misma hora, normalmente las 5 de la tarde. Si querías
enterarte de cómo iba el resultado en otros partidos, existía lo que se llamaba
“Marcador simultáneo Dardo” en donde podías ver, por ejemplo: Philips 1-0;
Fanta 2-1; CocaCola 0-2; camisas IKE 2-2; etc. Para saber de qué partido se
trataba tenías que escuchar la radio o haber leído antes en el periódico qué
partido patrocinaba Philips, cuál patrocinaba Fanta, etc.
Durante el partido de fútbol apenas si se veía y/o
sancionaba algún manotazo o codazo en la cara. Haberlos, los había, pero eran
muy pocos, no como ahora que antes de que le toquen la cara a un jugador ya se
está retorciendo de dolor imaginario por el suelo.
Durante el partido rara vez se veía a un jugador escupir
o sonarse los mocos. Hoy en día, sobre todo cuando ves el partido por
televisión, la cámara te enfoca constantemente primeros planos de jugadores
soltando un chorro de mocos o escupiendo al suelo. Por cierto ¿qué tiene el
fútbol que no tengan otros deportes como balonmano, voleibol, hockey, atletismo,
etc. para que sólo los futbolistas se pasen todo el partido escupiendo y
soltando mocos?
Dentro de los estadios se vendían todo tipo de bebidas
alcohólicas y también refrescos, que se entregaban con su botella de cristal,
las cuales quedaban vacías por el suelo al terminar un partido. Nadie las
tiraba al campo. Lo único que se tiraba al campo para mostrar enfado, eran las
almohadillas que se alquilaban al entrar para que el culo estuviese más cómodo
sobre las gradas de cemento. También era muy popular llevarse la bota de vino e
irla pasando unos a otros durante el partido.
No había partidos en televisión, salvo la final de Copa
del Generalísimo y los partidos de la selección española. Para ver resúmenes de
algunos partidos importantes, tenías que ir al cine y verlos en el NODO (una
especie de telediario semanal que se proyectaba en los cines antes de la película).
Las entradas de fútbol eran baratas (salvo las de
Tribuna) y todo el que quisiese –aunque fuésemos más pobres que ahora- podía ir
al fútbol. La mayoría de las localidades era gradas para estar de pie y no
había controles de acceso… donde cabían 5.000 podían caber 8.000 si hacía
falta.
Las primeras filas para el público estaban prácticamente
pegadas al campo; no había pistas de atletismo, ni foso, ni muros, ni redes, ni
nada que impidiese la proximidad de los aficionados con sus jugadores.
Se jugaban los partidos aunque el campo estuviese embarrado,
aqune lloviese, aunque hubiese más tierra que césped, etc. Para suspender un
partido por mal tiempo tenía que ocurrir una hecatombe, algo que lógicamente no
ocurría casi nunca.
Si durante un partido un espectador se desvanecía, sufría
un infarto, etc., el partido se seguía jugando igual, que para eso estaban allí
los de la Cruz Roja y los atendían de inmediato. Ahora, sin embargo, la moda es
que cada vez que un espectador se pone malito, se para el partido y hasta se
suspende. Están poniendo muy fácil el que la gente pueda sabotear cualquier
partido fingiendo un infarto o cualquier otro achaque.
Cuando finalizaba la jornada, apenas dos horas después,
ya podías encontrarte por la calle chicos gritando “¡Ha salido la gaceta, ha
salido la gaceta!” y por una peseta comprabas ese folletito en donde tenías
impresos todos los resultados, la clasificación y la quiniela. Hoy en día, para
saber si tienes todos los aciertos en la quiniela tienes que esperar toda una
semana ya que se juega un partido cada día.
En fin, estas son sólo algunas de las diferencias que
había entre el fútbol de antes y el de ahora. Por lo menos el de antes no era
tan absurdo (hoy día no te venden alcohol dentro pero sí fuera, así que quien quiera
emborracharse tiene que beber el alcohol antes de entrar) ni tan hipócrita (hoy
día casi hay más teatro simulando faltas y agresiones que fútbol de verdad).
Lo mejor del deporte no es el resultado final, sino saber
tomarse el deporte (y también la vida) con humor…
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