(AZprensa)
¿Alguien se acuerda de que hace dos años entró en erupción el volcán de Cumbre
Vieja en la isla de La Palma (Canarias, España)? ¿Alguien recuerda que la
erupción duró 85 días, cubrió de lava 1.210 hectáreas y sepultó 2.988 casas y
otras edificaciones? Seguramente que todos nos acordamos de aquello, pero…
¿Alguien
se acuerda de que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez prometió muchas
ayudas para los afectados? ¡Sí, , de eso todos nos acordamos! Ya, pero ¿qué
pasó con esas ayudas? ¿De verdad se ayudó a todos los damnificados que habían
perdido sus casas, sus tierras y/o sus negocios? Lo único que se recuerda de
aquello son las palabras, porque los hechos apenas si existieron…
Fuentes
oficiales dicen que hay un registro único de afectados, pero su acceso no es
público y por eso sólo podemos conocer por estimaciones que hay entre 8.000 y
9.000 afectados. Y sí, llegaron algunas ayudas, sobre todo del Cabildo de La
Palma y del Gobierno de Canarias, pero ni llegaron a todos, ni se mantuvieron
en el tiempo, ni fueron suficientes para unas personas que lo habían perdido
absolutamente todo.
Uno
de los datos más sangrantes es el de las indemnizaciones por el valor de las
viviendas sepultadas por la lava. Resulta que las tasaciones de los terrenos
perdidos no se ha hecho por el valor que esas casas y esos terrenos tenían
antes de la erupción volcánica, sino por el valor actual. Y eso quiere decir
que ahora valoran esos terrenos como “lava volcánica” y eso significa que su
valor es de 60 céntimos el metro cuadrado.
Para
colmo muchas subvenciones no se atendieron por falta de documentación (¿qué
documentación quieren si todo quedó sepultado por la lava?) o porque no reunían
los múltiples requisitos que se exigían. El resultado es que no se han abierto
los colegios arrasados, sino que se ha reubicado a los alumnos en otros
centros; no se han abierto nuevos negocios y otros muchos locales permanecen
cerrados permanentemente; las explotaciones agrícolas, ganaderas o industriales
arrasadas apenas si han podido algunas de ellas volver a reanudar su actividad…
Y
los damnificados son plenamente conscientes de que no van a llegar las ayudas
prometidas y que no les queda más remedio que salir adelante por su cuenta.
Todos ellos entre la resignación y la pena, y sin poder decir bien alto todo lo
que quisieran porque es una isla pequeña y “aquí luego se sabe todo”.
Como
siempre, el Gobierno de Pedro Sánchez prometió y prometió ayudas, y luego, dos
años después, la realidad nos muestra que todo lo que dijo este presidente de
Gobierno ha sido mentira, y muy pocos medios de comunicación se atreven a
contar a todos los españoles en qué quedaron aquellas promesas.
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