viernes, 14 de febrero de 2025

En defensa de las cotorras argentinas

(AZprensa) En las ciudades de todo el mundo, y particularmente en España, existe una batalla silenciosa y a menudo inadvertida entre las especies de aves urbanas. Las cotorras argentinas, conocidas científicamente como Myiopsitta monachus, han sido etiquetadas erróneamente como una especie invasora y peligrosa, mientras que las palomas, omnipresentes en nuestras plazas y edificios, disfrutan de una aceptación casi universal. Aquí argumentaré por qué deberíamos reconsiderar nuestro enfoque hacia estas aves y, en particular, defender la presencia de las cotorras argentinas.
 
El caso de las cotorras argentinas
1. Impacto ambiental controlado: A diferencia de lo que se suele pensar, las cotorras argentinas no tienen un impacto ambiental tan severo como se ha exagerado. Su dieta es variada pero no exclusivamente dañina para la flora local; de hecho, muchas veces consumen frutos y semillas que están en abundancia. Además, no compiten directamente con otras especies nativas de manera significativa.
 
2. Belleza y comportamiento social: Las cotorras argentinas son aves notablemente atractivas con su plumaje verde y su capacidad para formar grandes colonias sociales. Su presencia añade un toque de color y vitalidad a las áreas urbanas. Además, son conocidas por su inteligencia y habilidad para comunicarse, lo que las hace más interesantes desde un punto de vista etológico.
 
3. Problemas menores de Salud Pública: Aunque es cierto que pueden causar problemas en ciertas infraestructuras como líneas eléctricas, el impacto en la salud pública es mínimo comparado con el de las palomas. Las cotorras no son vectores de enfermedades de la misma manera que las palomas, cuya acumulación de excrementos en edificios y espacios públicos puede llevar a problemas de salud significativos.
 
El problema con las palomas
1. Daños materiales y nanitarios: Las palomas (Columba livia) son responsables de una cantidad inmensa de excrementos que no solo afectan estéticamente a ciudades, sino que también causan daños considerables a la arquitectura y el patrimonio cultural. Además, sus heces pueden transmitir enfermedades como histoplasmosis, criptococosis y psitacosis, entre otras.
 
2. Sobreabundancia y control ineficaz: Las palomas se han multiplicado sin control debido a la alimentación humana y a la falta de depredadores naturales en el entorno urbano. Los esfuerzos por controlar su población han resultado en gran medida ineficaces o controvertidos desde el punto de vista ético.
 
Reflexión final
La preferencia por las cotorras argentinas sobre las palomas no es solo una cuestión de estética o de menos molestias. Es una cuestión de equidad ecológica y de reevaluar cómo tratamos a las especies que cohabitan con nosotros en espacios urbanos. Si debemos elegir, optar por las cotorras no solo reduce problemas sanitarios y de mantenimiento, sino que también añade diversidad y belleza a nuestras vidas cotidianas. Es hora de que nuestra percepción y políticas hacia estas aves cambien, reconociendo a las cotorras argentinas no como plagas, sino como vecinos urbanos con derecho a existir y ser apreciados.
 

Vicente Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon: https://www.amazon.com/author/fisac
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