(AZprensa) Cuando
yo estudiaba la carrera de Publicidad, la revista “Control de Publicidad y
Ventas” publicó un anuncio en donde se veía a una niña sonriendo divertida
frente a un televisor. El texto del anuncio decía “A ella lo que más le gusta
son los anuncios”. Aquél anuncio siempre lo he tenido presente porque la
publicidad en televisión, efectivamente, tiene la cualidad mágica de captar de
una manera muy especial la atención de los pequeños.
La
Publicidad (la buena Publicidad) siempre destila ingenio, originalidad,
capacidad de sorpresa y esa es la magia que consigue que comprando lo que nos
quiere vender nos sintamos las personas más felices del mundo aun cuando no
necesitemos para nada eso que vimos en el anuncio y hemos comprado.
¿Nos
hace más felices la Publicidad? Esta
es una pregunta compleja porque la respuesta puede variar según cómo se mire.
Por un lado, la publicidad puede generar un sentimiento inmediato de felicidad
o satisfacción al presentar productos o servicios que prometen mejorar nuestra
vida de alguna manera. La creatividad y la historia que se cuenta en los
anuncios pueden evocar emociones positivas, como alegría, nostalgia o incluso
inspiración, que nos hacen sentir bien momentáneamente.
Sin
embargo, desde una perspectiva más crítica, la publicidad también puede llevar
a una "felicidad" superficial o efímera. Crear deseos de consumo
innecesarios puede resultar en un ciclo de insatisfacción, donde la búsqueda de
esa felicidad momentánea a través de la adquisición de bienes lleva a un
consumismo compulsivo. Este fenómeno se conoce como "hedonismo de
consumo", donde la felicidad es ligada directamente a la posesión de
bienes materiales.
Además,
la publicidad puede influir negativamente en nuestra autoestima y bienestar. Al
establecer ideales de belleza, éxito o estilo de vida inalcanzables para
muchos, puede generar comparaciones perjudiciales, insatisfacción personal y
hasta ansiedad o depresión cuando no se logran esos estándares.
Por
otro lado, no podemos ignorar los aspectos positivos de la publicidad cuando es
utilizada para fines benéficos. Campañas que promueven la salud, la educación,
la conciencia social o ambiental pueden aumentar el bienestar colectivo al
informar, motivar a la acción o inspirar cambios de comportamiento positivos.
En
conclusión, la publicidad puede ser una espada de doble filo en cuanto a la
felicidad se refiere. Puede proporcionar momentos de alegría, motivación y
hasta inspiración, pero también puede contribuir a una falsa percepción de
felicidad basada en el consumo. La clave estaría en un consumo consciente y
crítico, donde el público sea capaz de discernir entre la felicidad genuina y
la inducida por el marketing. La publicidad debería aspirar no solo a vender productos,
sino también a contribuir a una sociedad más informada y más responsable.
Vicente Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon: https://www.amazon.com/author/fisac
“De la Publicidad al Periodismo”: https://www.amazon.es/dp/B0D4KHNVH4
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