(AZprensa)
En el complejo entramado de las relaciones laborales, existe un fenómeno que
puede minar la eficacia y la moral de una organización: la tendencia de algunos
directivos a rodearse exclusivamente de empleados que les proporcionan una
constante corriente de halagos y aprobación incondicional. Este comportamiento
no solo afecta la dinámica interna de la empresa sino que también puede llevar
a decisiones estratégicas erróneas y a una cultura corporativa distorsionada.
El eco de la adulación:
Cuando los Directivos prefieren la Aprobación al Mérito
Los
directivos que se ven inmersos en este ciclo de adulación suelen desarrollar lo
que informalmente podríamos denominar el "Síndrome del 'Sí, Jefe'".
Caracterizado por:
Círculo
de Aduladores: Estos directivos se rodean de un grupo de empleados que siempre
están de acuerdo con sus decisiones, reforzando una imagen inflada de su propia
infalibilidad. Este grupo actúa como una corte, donde la lealtad se demuestra a
través de la adulación más que por el trabajo duro o la innovación.
Creencia en los Halagos: Con el tiempo, estos líderes comienzan a creerse sus propios mitos, confundiendo la adulación con el mérito real. Esto puede llevar a una auto-percepción errónea de su capacidad de liderazgo y decisión.
Ignorar el Talento Genuino: Los empleados con verdadero talento, críticos constructivos o ideas innovadoras pueden ser marginados o sus aportaciones desestimadas porque no encajan en el patrón de adulación que el directivo ha llegado a esperar.
Favoritismo y Sesgo: La promoción y el reconocimiento se basan más en la aprobación personal que en los logros o habilidades profesionales, creando un entorno laboral donde la meritocracia es reemplazada por el nepotismo informal.
Consecuencias
para la Empresa
El impacto de este comportamiento en la organización puede ser devastador:
Decisión
Ineficaz: Las decisiones tomadas sin disidencia o crítica real pueden no ser
las más óptimas para la empresa, llevando a errores estratégicos que podrían
haberse evitado.
Desmoralización del Personal: Los trabajadores que ven cómo se favorece a los aduladores por encima de los meritorios pueden sentirse desmotivados, lo que afecta negativamente el compromiso y la productividad.
Pérdida de Talento: Los profesionales competentes y con visión pueden buscar oportunidades en otras empresas donde sienten que su trabajo será reconocido y valorado por su verdadero valor.
Innovación Estancada: La falta de diversidad de pensamiento y la supresión de ideas contrarias pueden detener el flujo de innovación, esencial en un mercado competitivo.
Cómo abordar
este fenómeno
Para contrarrestar este tipo de dinámica, se sugiere:
Liderazgo
Auténtico: Fomentar una cultura de liderazgo donde los directivos busquen activamente
la crítica constructiva y valoren la diversidad de opiniones. Un líder debe ser
capaz de separar los halagos vacíos del feedback valioso.
Evaluaciones de Desempeño Transparentes: Implementar sistemas de evaluación que sean objetivos y basados en métricas claras de desempeño. Esto ayuda a reducir el sesgo y a reconocer el trabajo basado en logros concretos.
Desarrollo de Habilidades de Liderazgo: Capacitaciones que enfaticen la importancia de reconocer y fomentar el verdadero talento y la innovación, enseñando a los líderes a valorar la discrepancia como un motor de crecimiento.
Promover la Cultura del Feedback: Crear un entorno donde todos los empleados sientan que pueden expresar sus opiniones sin temor a represalias, lo que también implica que los directivos deben ser ejemplos de apertura y receptividad.
En
conclusión, aunque la adulación puede proporcionar una gratificación inmediata
y un falso sentido de seguridad para algunos directivos, es esencial para la
salud a largo plazo de cualquier organización que los líderes se rodeen de
críticos constructivos y visionarios, no solo de aduladores. Solo así se puede
asegurar que las decisiones se tomen en beneficio de la empresa y no de la
ego-estima del líder.
Vicente Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon: https://www.amazon.com/author/fisac
“Memorias de un Dircom”: https://www.amazon.es/dp/B092XFBPKY
Creencia en los Halagos: Con el tiempo, estos líderes comienzan a creerse sus propios mitos, confundiendo la adulación con el mérito real. Esto puede llevar a una auto-percepción errónea de su capacidad de liderazgo y decisión.
Ignorar el Talento Genuino: Los empleados con verdadero talento, críticos constructivos o ideas innovadoras pueden ser marginados o sus aportaciones desestimadas porque no encajan en el patrón de adulación que el directivo ha llegado a esperar.
Favoritismo y Sesgo: La promoción y el reconocimiento se basan más en la aprobación personal que en los logros o habilidades profesionales, creando un entorno laboral donde la meritocracia es reemplazada por el nepotismo informal.
El impacto de este comportamiento en la organización puede ser devastador:
Desmoralización del Personal: Los trabajadores que ven cómo se favorece a los aduladores por encima de los meritorios pueden sentirse desmotivados, lo que afecta negativamente el compromiso y la productividad.
Pérdida de Talento: Los profesionales competentes y con visión pueden buscar oportunidades en otras empresas donde sienten que su trabajo será reconocido y valorado por su verdadero valor.
Innovación Estancada: La falta de diversidad de pensamiento y la supresión de ideas contrarias pueden detener el flujo de innovación, esencial en un mercado competitivo.
Para contrarrestar este tipo de dinámica, se sugiere:
Evaluaciones de Desempeño Transparentes: Implementar sistemas de evaluación que sean objetivos y basados en métricas claras de desempeño. Esto ayuda a reducir el sesgo y a reconocer el trabajo basado en logros concretos.
Desarrollo de Habilidades de Liderazgo: Capacitaciones que enfaticen la importancia de reconocer y fomentar el verdadero talento y la innovación, enseñando a los líderes a valorar la discrepancia como un motor de crecimiento.
Promover la Cultura del Feedback: Crear un entorno donde todos los empleados sientan que pueden expresar sus opiniones sin temor a represalias, lo que también implica que los directivos deben ser ejemplos de apertura y receptividad.
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