lunes, 1 de abril de 2013

El prospecto y el absurdo


El prospecto de los medicamentos da mucho de que hablar, por lo que en esta ocasión nos centraremos en la pretensión de algunas Comunidades Autónomas para que dichos textos vayan en el idioma de dicha Comunidad.

Sólo haré dos consideraciones, la primera económica; la segunda, práctica. A nivel económico, es el Ministerio de Sanidad quien aprueba esos textos, los cuales se cambian numerosas veces a lo largo de la vida del producto (cada vez que se aprueba una nueva indicación, se descubre una nueva contraindicación o riesgo, etc.). Por lo tanto, no basta con que el laboratorio pague a un traductor que traduzca una y otra vez (cada vez que haya cualquier modificación) esos textos al gallego, euskera, catalán, etc., sino que el Ministerio de Sanidad tendría que incorporar expertos en esos idiomas para que diesen su visto bueno a todas las traducciones, o bien transferir esas competencias a las Comunidades Autónomas y trabajar coordinadamente con ellas para aprobar todas las modificaciones en unos plazos determinados. ¿Habían pensado en eso?

A nivel práctico me pregunto: ¿Esos políticos que proponen esta medida han visto alguna vez en su vida el tamaño de muchos de nuestros medicamentos? Les invito a que visiten una farmacia. El tamaño de muchos de estos envases es tan pequeño que ya resulta una proeza introducir el actual prospecto (al que por otra parte exigen cada vez más cantidad de texto), por lo que triplicar (si sólo hablamos de catalán, euskera y gallego, aunque ya se unirán muchos más) su tamaño, es físicamente imposible. La única posibilidad sería crear un nuevo envase para contener este nuevo y gigantesco prospecto que nos proponen (y que parece que es lo único importante) y acompañarlo después del medicamento (que parece es lo que menos importa).

Consecuencias: Mayor coste que asumiría el laboratorio (a quien no dejan fijar el precio, sino que se lo imponen y encima en los niveles más baratos de Europa). Mayor coste para la distribución (al ocupar más espacio los nuevos envases). Mayor consumo de papel (tanto que hablan de ecología y mira por dónde salen ahora). Y al final, un prospecto gigantesco que seguirán sin entender los ciudadanos ya que los textos son más una salvaguarda jurídica que una verdadera información comprensible para el ciudadano (¿Hay algún ciudadano que entienda toda la jerga científica incluida en un prospecto que –en teoría- va dirigido a él?).

Puestos ya en esta línea, yo propongo que los Gobiernos Autonómicos exijan que los textos de los bricks de leche vayan en todos los idiomas oficiales de España, al igual que los envases de yogures, las chocolatinas, las etiquetas de la ropa, las instrucciones de los Mp3, las etiquetas del calzado… que cada cosa que se fabrique y venda en este país de países vaya siempre acompañada de un libro conteniendo las explicaciones pertinentes en todos los idiomas. Por lo menos las editoriales, saldrían beneficiadas... 

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