(AZprensa) Aunque la risa no es exclusiva del ser humano – algunos
primates o las ratas, por ejemplo, también son capaces de hacerlo- lo que sí es
propio y exclusivo del ser humano es el sentido del humor, gracias al cual
somos capaces de reírnos ante múltiples situaciones, de objetos, de juegos de
palabras o chistes,… algo que los animales no pueden hacer.
Pero, ¿qué ocurre en nuestro cerebro desde que percibe algo gracioso
hasta que nos reímos? Las nuevas técnicas de neuroimagen nos han permitido
conocer que el procesado del humor tiene lugar en tres
etapas, que implican a varias regiones encefálicas: percepción de la
incongruencia sorpresiva por parte de la región prefrontal dorsolateral y la
unión temporoparietal del hemisferio dominante; activación del circuito de la
recompensa y liberación de dopamina y cese de la desinhibición frontal no
dominante que conduce a la risa”, explica el Dr. Manuel Arias Gómez,
coordinador del grupo de Estudio de Humanidades e Historia de la Sociedad
Española de Neurología (SEN): “Cuando en lugar de la racionalidad cognitiva que
nuestro cerebro espera percibir, lo realmente percibido es una
incongruencia, se origina una controversia que, al ser detectada por el
cerebro, éste se auto-recompensa. Y lo hace liberando dopamina, un
neurotransmisor que nos produce sensación placentera. Es decir, el humor está
íntimamente ligado al sistema de la recompensa que también se activa con la
comida, el sexo, las relaciones sociales y en las adicciones”.
Puesto que la risa es algo innato a nuestra especie, todos somos
capaces de reír. Personas sordas o ciegas que nunca han oído o visto la risa
también pueden hacerlo y los bebés comienzan a esbozar sonrisas a las cinco
semanas de vida.
Según nos recuerda la Sociedad Española de Neurología (SEN), el primer
domingo de mayo se celebra, desde hace ya casi 20 años, el Día Mundial de la
Risa, un gesto innato de nuestra especie que significa alegría y felicidad en
todas las culturas. AZprensa se une a esta celebración.
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