(AZprensa) Aproximadamente un tercio de los españoles presenta
intolerancia a la lactosa, un trastorno digestivo que se caracteriza por un
déficit de lactasa. En el 70% de los casos, la causa es genética y esta
condición se mantiene durante toda la vida. Sin embargo, también es posible que
aparezca tras una agresión de la mucosa intestinal (por ejemplo tras el
tratamiento con antibiñoticos o quimioterapia) en cuyo caso es temporal y
reversible.
Cuando se habla de una causa genética, la más frecuente, suele ocurrir
tras el período de lactancia. En ese momento, señala el Dr. González Rodríguez,
jefe del Servicio de Aparato Digestivo del Hospital Universitario HM Madrid, “comienza una pérdida progresiva de la producción de
lactasa y, por tanto, una pérdida gradual de la capacidad de digerir la lactosa”.
En estos casos, es habitual que al cumplir los 20 años muchos adultos muestren
ya algún grado de intolerancia. Cuando la causa es congénita, apunta la Dra. López-Palacios,
“no existe curación porque el individuo no
recupera el enzima y los síntomas sólo se alivian con la suspensión de los
lácteos”.
Menos frecuente es la intolerancia a la lactosa que se produce por
causas secundarias relacionadas con una agresión de la mucosa intestinal. Puede
aparecer tras un episodio agudo de diarrea, tras el tratamiento con
antibióticos o con quimioterapia o tras cirugía del intestino delgado, como se
ha dicho anteriormente. También puede darse en pacientes celíacos o con enfermedad
inflamatoria intestinal. “En estos casos,
la intolerancia suele ser temporal y reversible. Los síntomas mejoran cuando se
trata la causa o la enfermedad que ha condicionado su aparición”, añade la Dra. Natalia López-Palacios,
experta en este trastorno.
Sin embargo esto no significa que deba
decirse adiós a la lactosa. En la actualidad, más que una dieta
restrictiva, se recomienda reducir la ingesta de lactosa ya que la mayoría de
los pacientes tolera hasta 12 gramos sin presentar síntomas. Esto dependerá, en
cualquier caso, del grado de intolerancia. Eso sí, deben tener en cuenta que
muchos alimentos precocinados e incluso medicamentos pueden incluir lactosa en
su composición.
La reducción del consumo de leche conlleva un mayor riesgo de fracturas
y osteoporosis. Por eso, en estos casos, se recomienda consumir suplementos o
alimentos ricos en calcio y exponerse al sol para favorecer la absorción de
vitamina D. Además, en el mercado podemos encontrar varias marcas de leche “bajas en lactosa” o “sin lactosa”.
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