(AZprensa) En esta época donde la medicalización de la vida cada vez es
más creciente, hasta dormir mal se considera un trastorno que debe corregirse
con medicación. La propia Sociedad Española de Neurología (SEN) estima que
entre un 20 y un 48% de la población adulta sufre en algún momento dificultad
para iniciar o mantener el sueño y que en al menos un 10% de los casos es
debido a algún trastorno de sueño crónico y grave, insistiendo en la necesidad
de acudir al médico.
En cualquier caso, aquellas personas que padezcan trastornos del sueño,
lo primero que deben hacer es identificar la causa y, probablemente, ningún
médico sea capaz de ponerle remedio (pago de la hipoteca, salario bajo que
impide llegar a fin de mes, exámenes inminentes, discusiones y/o disgustos
familiares, etc.) ¿Hay píldoras para eso? Aunque las haya, mejor no tomarlas.
Lo que sí conviene recordar es la necesidad de tener una buena calidad
de sueño para que nuestra vida sea más llevadera. En este sentido, el Dr.
Hernando Pérez nos recuerda que “hay tres
aspectos básicos para determinar si una persona tiene una buena calidad de
sueño: la duración, la continuidad y la profundidad. Es decir, si el tiempo
dedicado a dormir no es suficiente para sentirnos descansados al día siguiente,
si hay interrupciones en nuestros ciclos de sueño, o nuestro sueño no es lo
suficientemente profundo para considerarlo restaurador, es que no tenemos una
buena calidad de sueño”.
De igual forma nos explica que “el sueño es un proceso fisiológico de vital
importancia para la salud integral de los seres humanos, para la supervivencia
del individuo y para el correcto funcionamiento del sistema nervioso. Si no conseguimos dormir
bien se reduce la calidad de vida, aumenta el riesgo de hipertensión y, por
tanto, de sufrir un accidente cerebrovascular, y se pueden agravar otras
enfermedades que parezcamos. Pero además nuestras funciones cognitivas se ven
afectadas: baja la concentración y la capacidad de atención, el tiempo de
reacción aumenta, se pueden producir fallos de memoria, cambios bruscos de
humor y alteraciones en el proceso de toma de decisiones, problemas de
aprendizaje, etc. Por lo tanto, tener una buena calidad de sueño es
fundamental”.
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