miércoles, 8 de junio de 2016

No sabemos de dónde vienen los meteoritos

(AZprensa) Hasta ahora los científicos pensaban que los meteoritos que llegan a la Tierra proceden de algún determinado planeta (Marte en su mayoría) o del cinturón de asteroides situado entre Marte y Júpiter (cuya formación se estima en 4.565 millones de años), sin embargo un estudio internacional en el que ha participado el CSIC concluye que “es posible que buena parte de los meteoritos no diferenciados que han llegado a la Tierra provengan de las capas de regolito”. Y ¿qué es eso del regolito?

Según explican, la distribución de tamaño de los objetos que componen el cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter indica que cada uno de esos asteroides ha recibido impactos de proyectiles de más de veinte centímetros al menos unos cien millones de veces. La información recopilada de las condritas ordinarias indica que estos meteoritos proceden de asteroides pequeños que, con un diámetro inferior a pocos cientos de kilómetros, colisionaron y desprendieron esas rocas hace millones de años.

Pues bien, el resultado de esos impactos son cráteres proporcionales tanto al diámetro como a la velocidad de esos proyectiles y como resultado de la fragmentación por los impactos de grandes proyectiles, los asteroides poseen enormes bloques sobre su superficie. Los materiales apilados por esos procesos se denominan regolito y forman una capa superficial que tiene un grosor de varios kilómetros. Por consiguiente lo más probable es que los meteoritos que alcanzan la Tierra provengan de esa capa que, precisamente procede no de ese meteorito, sino de otros muchos de origen desconocido que impactaron contra él.

Ahora, varias agencias espaciales plantean misiones de exploración de asteroides y el retorno de muestras de sus superficies. Las misiones Hayabusa 2, de la Agencia Japonesa de Exploración Espacial, y OSIRIS Rex, de la NASA, visitarán dos asteroides primitivos y recogerán muestras que traerán de vuelta a la Tierra. Como apuntan desde el CSIC, “para recuperar y analizar muestras prístinas representativas de los materiales formativos del disco protoplanetario habría que buscar asteroides de pocos kilómetros o cientos de metros con características homogéneas”.
(En la imagen: Cráteres en la superficie del asteroide 21 Lutetia)

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