(AZprensa)
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), alrededor de 1.000
millones de personas necesitan acceso a una cobertura universal de salud, unas cifras
que ponen en evidencia cómo la reciente pandemia ha tumbado los esfuerzos
realizados en salud global en la última década. Hemos retrocedido al punto en
el que nos encontrábamos hace 10 años y se han perdido muchos logros obtenidos
en el control, por ejemplo, de malaria o tuberculosis. Además, muchos programas
de acceso al sistema sanitario se han paralizado.
Los
datos que reporta el último informe publicado por UNICEF son demoledores: 18
millones de niños no recibieron ni una sola vacuna en 2021, lo que supone un
aumento del 36 % respecto a 2019 de niños que no han recibido ni una sola
dosis, una cifra nunca vista desde 2005. Esto tiene devastadoras consecuencias
en la salud infantil y global.
Y
lo peor de todo es que estas cifras van en aumento debido a que el ser humano
se está expandiendo hacia zonas donde antes no llegábamos y se producen
contacto con animales y reservorios de enfermedades. Ahora estas emergencias
son más graves, porque hay cada vez más movilidad, y más duraderas, porque en
ocasiones se producen en áreas de conflicto donde es más difícil actuar.
Por
eso los esfuerzos deben centrarse en prepararnos para dar respuesta a epidemias
y emergencias de salud pública, pero también en fortalecer los sistemas de salud
pública, especialmente la Atención Primaria, pero también las capacidades
locales para que puedan gestionar su propia salud, es decir mejorar las
capacidades de producción de vacunas, de medicamentos, de impulsar los recursos
humanos, etc. Todo ello es clave para lograr una prevención eficaz.
El Dr. Javier de la Torre, cirujano en el
Hospital de Fuenlabrada (Madrid) considera que “debe haber más apoyo por parte
de los gobiernos para fomentar la cooperación y que se implementen políticas
que permitan a los médicos tener tiempo para cooperar sin tener que prescindir
de sus vacaciones y su sueldo”.
En
la misma línea, la Dra. Alina Ortega, coordinadora del programa Empleo en
Cooperación del Colegio de Médicos de Madrid destaca que “es importante
recordar que esta ayuda humanitaria no es siempre -ni debe serlo- altruista y
vocacional, sino que también es el trabajo de muchos médicos. Es un perfil
profesional con el que se puede vivir sin tener que hipotecar nuestra vida”.
Por
su parte, el Dr. Eduardo Celades, médico cooperante en UNICEF con más de 15
años de experiencia en cooperación internacional, sostiene que también es
necesaria una “formación específica porque, aunque una persona sea un excelente
médico en España, necesita también conocer el contexto, la idiosincrasia y los
tipos de problemas que se van a encontrar en otros países”.
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