(AZprensa) En el año 1877 se presentó para la obtención
del doctorado en farmacia un trabajo titulado “Constitución de los alcoholes”.
A la hora de plantear el por qué de ese trabajo, se decía: “Como el espíritu
humano tiende siempre a darse cuenta del por qué de todas las cosas; los
químicos, al ver un cuerpo llamado alcohol, dotado de ciertas propiedades y muy
importante bajo ciertos aspectos, les vino la necesidad de estudiarlo, con
objeto de saber, la manera de agruparse sus elementos para, conocida esta,
llevarle al grupo que en la clasificación de los cuerpos le correspondiese”.
Se explicaba que para esto era necesario que la
observación y la experiencia base de un buen
sistema filosófico-químico, dotasen a la razón de los medios que por sí
no da la posesión. Así, observando unas veces, experimentando otras, los hechos
permitieron dar origen a varias teorías sobre la Constitución de los Alcoholes.
En dicho trabajo se exponían las diferentes teorías que
existían en aquél momento y, aunque no se aportaba ningún ensayo, sí que se
incluían fórmulas para corroborarlas. Al final del mismo se realizaba un
análisis crítico, y aunque se llegaba a la conclusión de que la teoría de
Liebig era la más acertada, se reconocía que ésta no se encontraba libre de
objeciones.
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