(AZprensa) Repasando los “medicamentos” que se vendían en
las farmacias hace casi dos siglos, nos encontramos con cosas tan curiosas como
el “Mineral de azufre triturado”. Según se decía, era un producto para uso
agrícola destinado a combatir el oidio de la vid, destacándonos que se adhería
a la hoja y resistía la lluvia, que lo que caía al suelo se convertía en abono,
y que no alteraba las propiedades ni el sabor del vino.
Este primitivo agroquímico se hizo acreedor a varios
premios, como la Medalla de Oro en la Exposición de Avignon del año 1882 o las
Medallas de Plata y de Bronce en dos respectivas exposiciones celebradas el año
anterior, siendo estos “el mayor premio concedido a los minerales de azufre”.
Podía leerse en los anuncios de la época cómo “este mineral posee todas las
propiedades del azufre sublimado y triturado, sin ninguno de sus
inconvenientes. Se adhiere con facilidad a la planta y la parte del mismo que
cae al suelo constituye un abono de primera clase; no es arrastrado por los
vientos, la lluvia lo separa difícilmente, por consiguiente nunca se pierde el
azufre ni el trabajo” y se decía también que “es el único mineral que mata la
oruga”. Tanto era su éxito que aquél mismo año, y en sólo dos meses, se habían
vendido en Francia, Argelia y España 300.000 kilos del producto.
Así eran la Medicina y la Farmacia hace casi dos siglos…
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